A pesar de las recientes leyes y regulaciones que intentan limitar su uso, la pirotecnia suele ser un invitado recurrente en las Fiestas de cierre de año. Sin embargo, lo que para muchos es símbolo de celebración y alegría, para otros puede volverse una verdadera tortura. Tal es el caso de las personas que sufren Trastorno Espectro Autista (TEA).
"Son personas con una alta sensibilidad auditiva, por lo que el gran estímulo que generan los cohetes y los estruendos les genera un shock que puede ser perjudicial", explicó Eduardo Sixto, presidente de Fapadhea (Fundación de Apoyo a Padres de Hijos del Espectro Autista), en diálogo con Primera Edición.
Sixto hizo especial énfasis en los niños que padecen este trastorno, los cuales son los más afectados. "Hay que tener mucho cuidado porque son realmente sensibles. De por sí, durante las fiestas ya hay todo un clima festivo, diferente, que los saca de su rutina, de lo cotidiano. Lo que de por sí ya los sensibiliza. Son situaciones a las que toda la familia debería prestar atención, no sólo los padres y los hermanos, también los tíos y las visitas", sostuvo.
"Sus oídos son sumamente sensibles, es por eso que se tapan muy fuerte y en ocasiones tienen crisis de llanto. Entonces, ruidos inesperados como el timbre o el sonar de un teléfono, el uso de explosivos como pirotecnia, el ruido de artefactos eléctricos o los sonidos múltiples de reuniones sociales o gran concentración de personas, pueden generar inconvenientes", añadió.
¿Qué se recomienda hacer con un niño autista ante este tipo de situaciones? El presidente de Fapadhea sugirió: "Aquellos chicos que están medicados, recomendamos a los padres que consulten con los médicos para poder darles tranquilizantes. Obviamente evitar que salgan afuera y tratar de aclimatarlos para que no sientan el shock. Hay que pensar que si un adulto se pone nervioso, ¿qué queda para ellos?"