Pixie Griffiths-Grant nació por cesárea a las 28 semanas, pesaba solo 500 gramos, pero tenía la fuerza de una leona para salir adelante.
Los médicos tuvieron que sacarla del vientre de su madre luego de detectar que no recibía alimento por medio de la placenta y el cordón umbilical, causando que a las 20 semanas dejara de crecer.
Al nacer, tenía una temperatura muy baja, y los médicos del hospital Derriford, en Inglaterra, no le dieron más que una hora de vida. Pese a estar en el primer mundo, no contaban con un medio técnico para aumentar su temperatura.
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