Greylock Capital Management es un fondo de inversión estadounidense que se puso codo a codo con el gobierno argentino para sumar adhesión a la propuesta de canje de deuda, con el objetivo de una reestructuración completa.
No los une el amor sino el espanto. Un default total de la Argentina llevaría los precios de los bonos actuales a 25 dólares, cuando hoy el país ofrece un valor de 53,5 dólares por lámina de cien para los nuevos papeles.
Para los inversores sería una pérdida muy grande y los papeles quedarían en condiciones de ser vendidos a precio basura. Para el país, un fuerte dolor de cabeza: ese precio pone a los bono en zona de fondos buitre.
En el Gobierno, como desde el primer día, guardan la cautela pero no ocultan el optimismo. "Los fondos van a buscar rascar hasta el último centavo hasta el último minuto", le dijo ayer a este diario una fuente oficial con conocimiento directo de las negociaciones.
También la fuente comentó que el presidente Alberto Fernández habilitó "reajustar" algunas cláusulas legales, pero ratificó que no se pagará un solo dólar más que lo ya ofrecido.
Gustavo Ber, economista titular de la consultora Estudio Ber, opinó que "restan pulir divergencias" respecto de la reasignación de bonos "que podrían resolverse", por lo que advirtió que el hecho de que los tres principales grupos de acreedores se hayan unido "lejos de ser una amenaza debe ser interpretada como una oportunidad".
En la mañana había hecho un raid radial Hans Humes, el inversionista estadounidense de 56 años que es presidente de Greylock, que no sólo aceptó la oferta sino que se fue del Comité de Acreedores de Argentina (ACC, por sus siglas en inglés).
Humes está convencido que hay fondos que están actuando de "mala fe" y moviendo el arco permanentemente. Y, según dijo, la última oferta que hizo el ministro de Economía, Martín Guzmán, es "razonable".
Greylock se fue del ACC por diferencias con otros fondos. Unas semanas antes lo habían hecho Fintech y Gramercy, dos que también aceptaron la propuesta. Según estimaciones del mercado, son parte del 40% que ya acordó con el Gobierno.
Hasta el momento, las negociaciones con el ACC y los otros dos grupos (Ad Hoc y Exchange) sigue abierta, pero áspera. Los representantes de los bonistas se mantienen duros.
Humes dio ayer tres claves por las que podría haber novedades pronto. La primera es que él está “manteniendo comunicación constante con todos los grupos” para incrementar la adhesión. La segunda es que, indicó, participó de “muchísimas reestructuraciones” soberanas y “es la primera vez” que ve a BlackRock (líder de Ad Hoc) “tratando de negociar”. Y la tercera, que los bonistas (que tienen dinero en juego) se dan cuenta que lo mejor es arreglar”.
Humes admitió que entre quienes aceptaron el canje hay un temor: que la Argentina vaya a un default y se dedique a negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que le debe 44.000 millones de dólares, dejándolos a ellos en cesación "durante años".
El mercado sigue operando en función de un acuerdo. Ayer los bonos en dólares subieron hasta 4,4% y en lo que va de julio acumulan alzas que llegan al 22,6%. Y el riesgo país volvió a bajar: fue 2,2% a 2.224 puntos básicos. Esto en una jornada en la que los principales indicadores globales cayeron.
En su informe diario, la correduría Portfolio Personal Inversiones dijo: "Entendiendo que la diferencia (al menos financiera) entre las partes es mínima, el mercado pareciera apostar a un acuerdo y esto se ve reflejado en la suba".
Daniel Heymann, economista que asesora a Guzmán en macroeconomía, se negó ayer a dar un vaticinio. Pero se mostró optimista y señaló que un acuerdo "ayudaría mucho en el corto plazo".