A 30 metros del suelo, en el medio de la porteña avenida 9 de julio, está una de las oficinas centrales del Gobierno en esta crisis sin precedentes en la historia moderna: allí funciona la Sala de Situación desde la que se monitorea minuto a minuto el desarrollo de la nueva cepa de coronavirus con información de todos los rincones de la Argentina y el mundo.
Ocho expertos se sientan a la mesa las 24 horas. Reciben, procesan y disparan información sobre el virus que está azotando al mundo y cuyas consecuencias en el país aún están lejos de poder calcularse. Los resultados se van plasmando en una pantalla gigante, que desagrega los casos confirmados, negativos, descartados, activos, las altas y las muertes.
Como jefe del Comité Ejecutivo Nacional, la cabeza es Ginés González García. Lo asiste el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Alejandro Costa, quien oficia de coordinador de un sinfín de áreas que trabajan para dotar a la política sanitaria pública de herramientas que permitan moderar la curva de casos, para que Argentina no siga el camino de Italia o España.
En la pantalla se ve en vivo como avanza la pandemia en el mundo, gracias a reportes y gráficos aportados por la Universidad Johns Hopkins, de Maryland, Estados Unidos. Y un desarrollo interactivo propio muestra un mapa de una Argentina blanca que se va oscureciendo a un tono amarronado, departamento por departamento, de acuerdo a la expansión del virus.
El mapa se actualiza minuto a minuto conforme van llegando los datos de los ministerio de Salud de las provincias y, desde esta semana, de los institutos y clínicas privadas que comenzaron a sumarse al testeo. En paralelo, se ven cuántos casos son importados, cuántos por contacto estrecho, los de contagio comunitario (que empezaron a crecer pero no llegan aún al 2%) y aquellos que están en investigación.
En el ojo del huracán
Son las 11:00 del viernes cuando Costa ingresa apurado a la sala ubicada en el octavo piso del edificio que tiene la gigantesca figura iluminada de Eva Duarte en sus fachadas norte y sur. Tiene un celular prácticamente pegado al oído. Mira las pantallas. Camina rápido de un lado al otro. Consulta a los expertos que están en la mesa de comando. Y sigue hablando por teléfono.
Costa es el nexo entre la sala que dota de información al Gobierno y el Comité de crisis, que se divide en cuatro áreas. El comité sanitario federal integrado por los ministros, el PAMI, ANSeS y otros organismo; otro de sanitaristas, epidemiólogos y virólogos; un tercero de la industria farmacéutica y de equipamiento; y un cuarto de clínicas, sanatorios, hospitales, obras sociales y empresas de medicina prepaga.
Uno de las mayores preocupaciones, según reconoce Costa, está en cómo cuesta conseguir insumos clave para darle pelea a la pandemia. El Gobierno, dice, se está moviendo rápido, pero los laboratorios que producen los reactivos y las fábricas de respiradores artificiales están desbordados por la demanda global. No obstante, descarta alarmismos y dice que el sistema sanitario se está preparando bien.
Costa se para frente a una mesa en la que no le quitan los ojos a sus computadoras expertos en epidemiología, en estrategias sanitarias, en emergencias, en telesalud, y funcionarios de la Superintendencia de Servicios de Salud y del PAMI. En turnos rotativos, estos entran y salen de la oficina en la que la luz no se apaga en ningún momento desde hace un mes y medio.
Todos juntos y un solo criterio
En cuanto a procesamiento de datos, esos profesionales realizan una vigilancia en tres niveles: de fronteras (que fueron cerradas en el minuto cero del viernes), epidemiológica (para analizar el desarrollo epidémico y la incidencia de la enfermedad infecciosa en la población) y de laboratorios, intercambiando información con aquellos que se van sumando a las estrategias contra el avance del virus.
Costa recoge el guante y, ante la consulta de este medio, dice que se está buscando que el sector privado y las obras sociales (tanto nacionales como provinciales) “acompañen, porque esto no va a distinguir ningún tipo de frontera administrativa ni jurisdiccional, por lo que el desafío es afrontar la pandemia todos juntos y con un mismo criterio”.
Por ello, con un desarrollo generado en esta sala, se pondrá en marcha este fin de semana un régimen virtual de seguimiento de infraestructura, una derivación del ya existente Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino. Costa dice que como el criterio es uno solo, todo el sistema de salud (público y privado) deberá reportar allí cuántas camas y respiradores tienen, cuántos se ocupan y cuántos se liberan.
Según datos del Registro Federal de Establecimientos de Salud (REFES) actualizados al 2018, en el país hay 221.000 camas, de las cuales sólo 8.500 son de terapia intensiva de adultos y 1.850 son de terapia intensiva pediátrica. Esto explica que los gobernadores e intendentes salieran a montar verdaderos hospitales de campaña en clubes y galpones para que se incrementen las camas de aislamiento de casos leves.
Ida y vuelta con el territorio
Además, los expertos de la sala están abocados a que los hospitales, clínicas e institutos reporten no sólo los casos confirmados (como algunos venían haciéndolo) sino también los descartados y los investigados, para que el mapa epidemiológico tome profundidad y se conozca mejor el estado de situación para poder ir ajustando las estrategias. "Necesitamos índices de positividad y negatividad de muestra para transmitir al propio sistema y a la gente, porque nos estamos preparando para un momento de integración máxima", dice Costa.
Y si bien existe un sistema de base de derivaciones que lo administran las provincias como autoridades sanitarias jurisdiccionales, se está desarrollando un nuevo método que se pondrá en ejecución próximamente, para que los pacientes vayan siendo dirigidos a los centros de asistencia de acuerdo a la complejidad del cuadro que los afecta.
Es ni más ni menos que la generación de un sistema solidarios, explica Costa, porque como no se sabe cuál será la magnitud de la pandemia en el país, habrá personas internadas en reconocidas clínicas privadas por más que no tengan cobertura de una prepaga o una obra social determinada y habrá afiliados a ellas que terminará en un hospital. Todo dependerá de la gravedad del cuadro y la infraestructura libre para tratarlo en el momento.
Ahora, según revela Costa, el Gobierno está alistando el “fortalecimiento de las normativas” ya existentes, para evitar que el sector privado pueda llegar a desoír una orden de la autoridad sanitaria en medio de la pandemia. Y lo que se pretende es el mayor nivel de integración e intercambio de información posible. Esto está regulado por la Ley 15.465 de “Régimen Legal de las Enfermedades de Notificación Obligatoria”, reglamentada en 1964. Ahora, a la lista que contempla esa normativa se le sumará el coronavirus.
Mientras la situación no se torna desbordante en cantidad de casos, se está desarrollando contrarreloj la “Red de Centros Asistenciales Covid-19”. Por estas horas, las provincias están definiendo cuáles son los centros priorizados de referencia para los sospechosos de tener coronavirus y para aquellos casos graves.
Cada medida, cada dato nuevo, cada previsión indica que lo peor aún está por venir.
Por la corresponsalía de Buenos Aires.