La pregunta sobrevuela desde el día en que Cristina Fernández de Kirchner ungió a Alberto Fernández como "su candidato" a presidente y se acomodó ella detrás, como candidata a vice. ¿Quién manda ahí?
Fuentes cercanas a los círculos cerrados del kirchnerismo aseguran que cuando Alberto y Cristina discuten, las voces se elevan y los argumentos se enfrentan. Y es que no en todos los puntos están de acuerdo los integrantes de la fórmula más votada en las PASO del 11 de agosto.
Y ahora que la llegada a la Casa Rosada está cada vez más cerca, es la hora de ir definiendo a los integrantes de un posible nuevo gobierno K. O gobierno F. Alberto, como analiza Nicolás Wiñazki en Clarín, quiso instalar una idea en repetidas declaraciones a la prensa: de ganar en octubre, el presidente será él y no Cristina. "Hay un enojo muy grande todavía con Cristina y con el peronismo. No hay otra explicación. Hay que ser franco, y explicarle a la gente que nosotros tenemos que construir otro tiempo", dijo una semana después de las PASO.
Los roces internos entre los Fernández salpican también a La Cámpora y a dos de sus jefes máximos: el diputado Eduardo "Wado" De Pedro, pasa últimamente cada vez más horas en la oficina de Alberto en calle México, mientras que Andrés "El Cuervo" Larroque es habitué del Instituto Patria, donde funciona el comando político de Cristina. Junto a ella está, siempre firme, el otro jefe "camporista", Andrés "El Cuervo" Larroque.
Los más "cristinistas", como la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, no bancan el discurso dialoguista de Alberto y rechazan su acercamiento a ciertos "traidores" al kirchnerismo.
Luego, hay funcionarios que siguen muy cerca de Cristina pero que, si fuera por Alberto, no volverían a la Casa Rosada tras un triunfo electoral. Son el ex secretario presidencial, Oscar Parrilli y el ex secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Ninguno de los dos tiene buena relación con el candidato a presidente. Lo mismo pasa, según Wiñazki, con Guillermo Moreno, ex interventor del INDEC, que Alberto ya criticó varias veces.
Mientras AF insiste con dejar la grieta atrás: "Si seguimos con la confrontación no va a haber futuro posible", Cristina calla.
Para ampliar la cantidad de votos en octubre, aunque la diferencia de 17 puntos con respecto a Mauricio Macri lo dejó cómodo, Alberto se reunió con empresarios cercanos al presidente actual, como el CEO de Mercado Libre, Marcos Galperín. Eso tampoco le gustó mucho al "cristinismo", especialmente al titular de la Confederación del Trabajo y la Economía Popular, Juan Grabois.
Sin embargo, los secretarios generales de Camioneros, Hugo Moyano, y de los bancarios, Sergio Palazzo, no criticaron la reunión. Pero sí Grabois, enfrentado hace tiempo y públicamente con Galperín.
Pero a Grabois, dice Clarín, no lo quieren ni en La Cámpora ni en el círculo de Alberto, por lo que su única chance de ocupar un cargo público es a pedido de su gran amigo, el Papa Francisco.
Mientras, Alberto seguirá despegándose del "cristinismo" en su camino hacia octubre y asumiendo la corrupción del gobierno kirchnerista, pero sin embarrar a Cristina. Según él, la corrupción vino de y solo de Julio De Vido y su Ministerio de Planificación Federal, con sus dos ex secretarios de Estado presos: José López y Ricardo Jaime.
Cristina, para Alberto, "es absolutamente inocente" en todas las causas judiciales en las que es acusada de cometer delitos con dinero público.