Hace 25 años que estamos en el mismo lugar. Hace 25 años que cada 18 de julio exigimos verdad y justicia. Hace 25 años que sabemos exactamente lo mismo o mejor dicho, que no sabemos nada sobre aquel día, el peor de nuestras vidas. Lo que sí sabemos, sin embargo, es por qué hoy no sabemos nada. Y es precisamente porque aquellas personas responsables por la investigación no fueron capaces de llevarla a cabo con seriedad y la terminaron desviando hacia un compendio de pruebas falsas, declaraciones armadas, pagos ilegales, coacciones y sobre todo mentiras en nuestra cara, en la cara de los familiares de las víctimas y de toda la sociedad argentina.
Si llegamos hasta acá, a seguir parados a 25 años del horror, ya no sólo con denuncias en la mano sino con una causa internacional contra el Estado y sentencias judiciales que confirman el deliberado encubrimiento del atentado a la AMIA, no fue precisamente porque las instituciones de la democracia argentina hayan hecho su trabajo. Todo lo contrario: si no fuese por la lucha de los familiares -siempre en soledad y a contracorriente de los poderes político, judicial, judío comunitario y mediático- la causa, probablemente, se hubiese cerrado hace tiempo y el encubrimiento no hubiese salido a la luz.
Si fuese por cada gobierno de turno, si fuese por el Poder Judicial, si fuese por la DAIA y la AMIA, y los medios de comunicación hegemónicos que los acompañan, no se hubiese llevado a un juicio oral y público a los responsables de la impunidad.
Resulta increíble y triste que la dirigencia comunitaria judía desde entonces y hasta ahora, no reconozca encubrimiento alguno y continúe defendiendo no sólo a su ex presidente Rubén Beraja sino a otros acusados amigos. Resulta impensado que el Poder Judicial de nuestro país no sea capaz de juzgarse a sí mismo y que las presiones y amiguismos continúen siendo la ley en Comodoro Py. Y resulta penoso que en una democracia como la argentina ocurran no uno sino dos atentados terroristas y no pase absolutamente nada.
Es realmente desesperante que los gobiernos continúen el encubrimiento, salvando amigos y quitando recursos a la investigación mientras inventan leyes que para nada sirven; es agobiante y agotador que seamos los familiares los que debamos ponerlos al hombro las causas y las luchas para lograr resultados porque vivimos en un país que no nos garantiza nuestros derechos básicos a la verdad y a la justicia.
Sabemos que no es nuestro rol ni nuestra responsabilidad, y aun así parece que la historia la tendremos que seguir escribiendo nosotros.
* Memoria Activa es una asociación civil sin fines de lucro, creada con el fin de esclarecer las responsabilidades de los atentados terroristas a la embajada de Israel (en marzo de 1992) y el de la AMIA (en julio de 1994).