María del Carmen Buezas de Rubinos, también conocida como "Chichina", hija de inmigrantes españoles que llegaron en la primera década del Siglo XX, nació en la ciudad de Ushuaia allá por el año 1938.
En el marco del Día del Maestro y en diálogo con Vía Ushuaia recuerda que: "cuando terminé el primario acá no había escuela secundaria, lo único que podías hacer era quedarte o irte a estudiar. Y a mí me surgió la vocación de ser docente, porque me gustaba estar con los niños. Me parece una profesión que si tenes vocación, debes dar gracias a Dios, porque enseñas a los niños para lo que serán en su futuro".
"Cuando me fui a estudiar, tuve que ir a Buenos Aires en barco, en un viaje que duraba una semana. Durante el invierno era imposible regresar a la ciudad, por lo que tenía que esperar 9 meses. Estaba pupila, en un colegio de monjas llamado 'La Anunciata' donde se podía salir solo una vez a la semana. Fue una experiencia linda, y gracias a Dios me pude recibir, y conseguir trabajo enseguida por las demanda que había en ese momento".
En 1956 se recibe de maestra y su primer trabajo fue en el "San Benito", actual Colegio Don Bosco, después estuvo en la Escuela N°3 "Monseñor Fagnano" hasta que fue convocada por las autoridades de la Escuela N°1 "Domingo Faustino Sarmiento", en ese tiempo estaba ubicada en una casa familiar, que se había habilitado como escuela, ya que la original fue destruida por un incendio en enero de 1954. El edificio actual, ubicado en Maipú y Fadul, fue construido unos años más tarde.
Chichina atesora muchos recuerdos, todos ellos buenos y lindos. Trabajó con muy buenos directivos entre ellos: Elsa Fadul, Pablo Imboden, Elena Rubinos de Turza (su cuñada) y Arturo Duarte, entre otros.
Recuerda con cariño y emoción a quienes fueron sus alumnos, encontrándose cada tanto con los que viven en la ciudad, sobre todo en la Fiesta de Antiguos Pobladores, y recibiendo mensajes, que aún con el paso del tiempo, le dicen: "seño", "mi seño". Ejerció la docencia aproximadamente por 10 años hasta que se retiro, formó una familia y se dedicó al comercio.
Entre sus recuerdos más preciados, se encuentra el de su madre Virginia "Cuando me fui a estudiar con 12 casi 13 años, mi mamá lloró hasta el cansancio, incluso en un momento me avisaron que encontraba muy angustiada, tenía una 'cosa' de que quería que me vaya pero a la vez no. Su sueño, era verme de maestra, plancharme el guardapolvo, que eran todos almidonados, cruzados, parecía una paloma. El día que fui por primera vez a la escuela, con el delantal que ella me había preparado, se le caían las lagrimas, lamentablemente en aquel entonces no existían las fotos".
Hoy con 82 años, María del Carmen, añora el Ushuaia de antes. "La familiaridad, mi casa era muy conocida, como la de la mayoría, a vos te pasaba algo y venía la vecina, te daba de comer, te llevaba a la escuela, te iba a buscar... Se te quemaba la casa y todos los vecinos venían y colaboraban para ayudarte. En esos tiempos había muchos incendios, y más de una vez, las casas quedaban destruidas. Dejabas la puerta abierta, tanto de la casa como del coche y no pasaba absolutamente nada, eso es impagable".
"Eso de salir a la mañana y encontrarte con el otro, era un mundo tan distinto, a mí particularmente me gustaba más, pero bueno, los tiempos cambian, Ushuaia no es la de antes pero ha tenido sus progresos. Y en cuanto a la educación, no ha cambiado el enseñar, pero si el sistema. Hay que saber enseñar e inculcar las buenas costumbres, la sociabilidad, la generosidad, el respeto mutuo y muchas cosas que lleva la docencia para los niños".