Javier García realizó un vuelo solidario para llevar a una madre desde General Alvear a Mar del Plata para que acompañe a su hijo que quedó internado en terapia intensiva. Pero lo que parece una acción tan simple, tuvo de fondo un operativo digo de una película para poder despegar y después aterrizar.
Como la pista de tierra del Aero Club alvearense aún se encuentra en mal estado por las fuertes tormentas que azotaron al departamento del sur mendocino, hubo que utilizar una nave liviana y casi sin combustible y despegar desde un pequeño parquizado rogando que el suelo blando no cediera.
La misión era despegar a como dé lugar del Aero Club y volar hasta el aeródromo municipal de Alvear, que si bien no está habilitado, tiene la pista asfaltada. Allí lo esperaría Ramona Acuña para emprender el viaje final.
El regreso también fue toda una peripecia ya que se hizo de noche y la pista estaba completamente a oscuras ya que no cuenta con balizas.
García enfrentó las adversidades pero al final de la jornada, el solo hecho de juntar a la madre con su hijo, valió todo el esfuerzo.
“Es algo muy lindo el hecho de poder ayudar a alguien de esta forma, más allá de todas las dificultades, el poder colaborar es algo que le hace muy bien al espíritu”, dijo Javier García en diálogo con TVA.
La historia de Ramona, Yamal y la decisión del piloto
Yamal integró el contingente de séptimo grado de la escuela Arduino de Devoto de San Pedro del Atuel (distrito a 20 kilómetros al sur de Alvear) que eligió a Mar del Plata para el viaje de egresados.
Todo iba más que bien hasta que el niño sufrió una descompensación grave a causa de una subida abrupta del azúcar en sangre y tuvo que ser internado en terapia intensiva.
Cuando Ramona, tomó conocimiento de lo que había sucedido, la invadió la desesperación por intentar viajar a la ciudad costera para estar al lado de su hijo y es ahí cuando comenzó a gestarse un operativo logístico único.
A través de la comuna alvearense iniciaron gestiones para poner a Ramona en viaje pero todas las alternativas terminaban en lo mismo, no sería menos de 24 horas recorrer los 1.000 que separan al departamento del sur mendocino de Mar del Palta.
Se barajó la opción de ir a Mendoza y desde ahí tomar un vuelo comercial a Buenos Aires y luego enlazar vía terrestre con la costa. Al final del camino las horas de viaje no serían tan distintas.
Es ahí donde entró a tallar Javier García y el Aero Club. Desde la entidad se ofrecieron a realizar el vuelo directo, sin embargo había que sortear un gran inconveniente, la pista permanecía aún cubierta de barro luego de los 62 milímetros de agua que precipitaron entre lunes y martes por lo que despegar en esas condiciones era imposible.
Mientras a Ramona la hacían regresar a Alvear, ya que iba en viaje a Mendoza para tomar el primer vuelo disponible a Buenos Aires, García gestó un operativo único y lo ejecutó al pie de la letra.
Las pericias del piloto
Primero Javier García desistió de utilizar el Piper Archer que habitualmente emplean para vuelos sanitarios y se inclinó por un Tecnam biplaza que le ofrecía otras alternativas.
Si bien la avioneta es considerablemente más liviana, el piloto consideró que el combustible también era lastre y aligeró aún más la carga, previendo que la nave no se hundiese en el suelo blando durante el despegue.
Luego de vaciar casi por completo el tanque, colocó la nave en un pequeño parquizado que hay en el predio del Aero Club y lo utilizó como pista.
El riesgo que corría el piloto era sufrir un serio incidente con el avión al no contar con un suelo lo suficientemente compactado, a raíz de las copiosas lluvias, por lo que debía carretear en la menor distancia posible.
Así fue como la destreza de García en los controles fue más que suficiente para sortear todos los escollos y finalmente emprendió el vuelo.
La primera escala fue el aeródromo municipal donde recogió a Ramona y cargó combustible. Luego, tras poco más de 4 horas de vuelo, aterrizó en Mar del Plata y la mujer se reunió con su hijo en el hospital.
Aterrizar en una pista sin luz
La historia no concluyó una vez que tocó suelo marplatense ya que a su regreso el piloto debía sortear un inconveniente más, se hizo de noche y la pista del aeródromo municipal no tiene balizas, había que aterrizar a oscuras.
Al mejor estilo de una película de Hollywood, colocaron automóviles a los costados de la pista con las luces encendidas para guiar a García.
Con la mínima iluminación y la destreza necesaria, el piloto volvió a colocar el avión en tierra y la historia, completa, tuvo un final feliz.
“Es muy lindo para el espíritu poder ayudar de esta manera”
Javier García, el experimentado piloto alvearense, contó luego de tamaña vivencia que “el Aero club está al servicio de la comunidad y cuando se presentó esta situación había que buscar la forma de poder ayudar”, dijo en declaraciones a TVA General Alvear.
“Al final, es algo muy lindo para el espíritu el poder ayudar de esta manera a la comunidad”, afirmó.
