La tragedia de Angaco en la que murieron los jóvenes Emiliano Mereles y Gimena Castro tras volcar y caer en un desagüe continúa arrojando datos que estremecen. Él trabajaba como chofer en la empresa Albardón y fue protagonista de una historia que tuvo un final feliz hace poco más de una semana. Se trata de la historia de Carlos Barroso, un vendedor de sánguches que encontró un bolso con una notebook en el colectivo y que la devolvió al chofer para que éste se la entregara a su dueña. El colectivero era Emiliano.
Así son las cosas del destino. Julieta Menegazzo, la profesora de inglés que había perdido su bolso con la computadora y que gracias a una serie de buenos gestos emprendidos por el chofer Emiliano Mereles y por el vendedor de sánguches Carlos Barroso pudo recuperar lo suyo. Carlos contó a Diario La Provincia SJ que “si bien hablé poco con él (por Emiliarno) antes, no dudé en darle el bolso. Me dijo que iba a ver cómo hacía para ubicar a la dueña o si lo dejaba en la empresa. Después, al día siguiente cuando yo estaba trabajando, veo que una chica viene hacia mí. Me pregunta: “¿se acuerda de este bolso?” Le dije que sí, que perfectamente me acordaba. Me contó: “es mío, lo perdí en el colectivo y venía a darle las gracias”. Emiliano, el chofer, abrió la computadora, se comunicó conmigo y me dijo que fuera por la empresa. Después, me contó que fue usted el que la encontró”.
En ese sentido, Carlos, conmovido por lo que sucedió, relató: “Ella lloró y estaba muy agradecida. Fue un momento muy lindo. Ahora, lo que más me duele es no haber tenido tiempo de agradecerle a Emiliano lo que hizo, él se corrió a un lado de esto y me dejó como protagonista. Podría haberse atribuido el hallazgo y no lo hizo”.
Cuando el vendedor ambulante se enteró de la trágica muerte de los jóvenes, no podía creerlo: “Me sentí muy, muy mal. Se me nubló todo, se me vinieron los recuerdos encima. Busqué la información para chequear si era él y lamentablemente, lo confirmé. Me quedé mal porque no le di las gracias. Lo vi pasar en el colectivo el viernes como a la 3 de la tarde, por donde trabajo y le hice señas. Y después, lo vi pasar el domingo pero él no me vio. No pude decirle todo lo que quería”.
Por último, Barroso concluyó: “Sólo Dios sabe por qué pasó esto (por el vuelco fatal); más siendo él profesional del volante. Uno no lo entiende. Le estaré siempre agradecido y Dios quiso que nos cruzáramos ese día, cuando él manejaba el colectivo”.