Retamito está muy cerca de quedar en el olvido. Se ubica a 50 kilómetros de la ciudad de San Juan, entre la ruta 40, a la altura de Media Agua, y las minas de cal, cerca del Pedernal. Allí se encuentra la escuela Batalla de Suipacha que tiene tan solo 8 niños, de entre 5 y 12 años, y, detrás de ellos, solo queda un nene de 2 años en el pueblo. La gente del lugar teme que sean los últimos chicos en este pueblito sanjuanino que tiende a desaparecer.
Thiago tiene 5 y es el único en nivel inicial. Dice que cuando sea grande quiere ser bombero, policía y chofer de ambulancia; todo junto. Otra de las niñas quiere ser veterinaria porque ama a sus gatos y perros. A Maxi solo le gusta el fútbol y quisiera jugar en primera. Otro de los niños quiere ser militar. Priscila quiere ser peluquera y Kiara sueña con ser escritora, puntualmente poetisa.
Maestra teme que la escuela de Retamito se quede sin niños
“No hay proyección, no hay niños. Hay un niño de dos años que puede entrar, pero una vez que el chico termine el primario, el chico va a llegar a sexto, pero nos vamos a quedar sin escuela. Es decir, la escuela va a estar, pero no va a haber alumnos”, dice Aída, la maestra de la institución que no pierde la esperanza y busca construir.
Su deseo es que haya una plaza, una cancha de fútbol, algún lugar comunitario. “En esta escuela estamos lejos, pero existimos. Que no se olviden del pueblo es mi deseo”, se ilusiona la maestra
El progreso parece esquivar a Retamito
Según contó la docente a MDZ, Retamito está rodeado de una zona productiva de San Juan, con minas y empresas productoras de cal, un tren que funciona, un parque solar a pocos kilómetros, plantaciones de cannabis y olivos.
Este “desarrollo” parece esquivar a Retamito, como el asfalto que llega justo al límite oeste del pueblo. Tampoco tiene agua potable, ni médico que llegue al lugar una vez al mes. La imagen es “desoladora ya que hay casas derrumbadas, un negocio corroído por el viento, el agua y el tiempo, muchas huellas de salida y silencio que se rompe con la descarga de las máquinas sobre los vagones del tren”, describe el medio.
“Por ahí es muy triste ver que los chicos no tienen medio de transporte, que tienen que salir a dedo, que dependen de otros. No conseguimos que venga un médico al menos una vez al mes. Da mucha tristeza porque es un pueblo emblemático. A la gente de afuera le diría que venga, que es un lugar hermoso, que lo trabajamos a pulmón. Es un lugar muy lindo”, describió Silvia, quien creció en Retamito, y sintió en carne propia lo que es el abandono de los gobiernos de turno, y pese a eso, prefirió seguir viviendo allí y luchar para que su lugar no desaparezca, soñando a la vez poder ver a un Retamito como cuando era una niña.
Durante las últimas elecciones, no hubo campañas políticas, porque según los vecinos, “no se gastan en venir”. Y para votar, los habitantes del pueblo deben recorrer como puedan los guadalosos 10 kilómetros hasta Guanacache, el pueblo vecino. Allí está la escuela Olegario Andrade, donde disponen de las urnas.
“No es sencillo llegar. Por suerte no llovió; algo que haría imposible salir. Ocurrió hace algunos meses que sí hubo precipitaciones y hasta un velorio se complicó: tuvieron que sacar el cuerpo de mano en mano porque no podían entrar los vehículos”, contaron Susana y Daniel, lugareños desde hace 10 años.
“He ido a San Juan, con lo que cuesta, para reclamar. Pero no te atienden”, contó desmoralizado Daniel.
La escuela de Batalla Suipacha y una directora todoterreno
La escuela Batalla de Suipacha no tuvo urnas en las últimas elecciones en San Juan. Es el lugar con menor cantidad de electores de San Juan según el padrón y aunque tiene escuela, no se vota. “No se vota. No se elige. Hay que viajar”, confió el vecino. Hay 143 empadronados, pero hay una trampa porque incluyen votantes de otros pueblos cercanos, aseguró.
Los alumnos que asisten los días hábiles tampoco tienen agua segura siempre, gas de manera continua y servicios. La misma escuela fue noticia porque su directora tiene hechos heroicos todos los días: camina para llegar porque no hay transporte y es a la vez directora, docente, celadora y gestora.
Por eso, la provincia de San Juan la premió en un acto de astucia comunicacional: destacaron a una mujer que hacía todo, en vez de sancionar al Estado que tiene una escuela sin personal.