El padre Walter Bustos fue denunciado en la Justicia de abusar sexualmente de su sobrino, de 15 años de edad. La noticia generó un enorme revuelo en la comunidad católica porque el sacerdote es muy conocido dentro de los círculos de la juventud católica. El 30 de agosto en horas de la tarde, llegó a Tribunales sin esposas a notificarse del delito que se le imputa. Llegó sonriente y con una cruz de plata colgada en su cuello.
El Segundo Juzgado de Instrucción investiga el delito que pesa sobre el cura. El cuñado del sacerdote fue quien denunció el hecho. El menor de edad fue recibido en el centro ANIVI, donde se asiste integralmente a los menores de 18 años que son posibles víctimas de abusos. Allí se les realiza una cámara gesell, única declaración con validez para el juicio. Lo que se intenta es que el menor no reviva una y otra vez el abuso realizando declaraciones múltiples ante distintas personas.
El padre Walter goza del beneficio de la libertad ya que el juez que investiga no resolvió ningún tipo de medida preventiva hasta que no haya pruebas fehacientes en su contra. El cura llegó vestido como un civil, sin la sótana característica de los sacerdotes.
El
Arzobispado
actuó rápidamente tal lo establece el derecho canónico. Una vez reportado el caso, se decidió separar al padre
Walter
de sus actividades religiosas. Además, se envió el caso al
Vaticano
para su análisis y que se decida qué hacer ante el caso que conmocionó
San Juan
y a la comunidad angaquera. En el departamento rural la denuncia de abuso sexual cayó como una bomba.
Los vecinos se dividieron: por un lado los que se unen en cadena de oración a rezar por el sacerdote y por el otro, los que esperan la resolución de la Justicia.