Un año entero de vivencias extrañas, una pandemia a la que nadie estaba preparada, nunca se había vivido así en la edad moderna. Un futuro incierto que dejaba el inicio de un virus que dejo mal parada a la sociedad entera, por momentos ya no había planes ni sueños a futuro, todo parecía que iba a salir mal. Pero acá estamos, a 365 días del “encierro” que llaman muchos, pero que sin él muchos seres queridos no estarían con nosotros en este momento.
El 20 de marzo del año 2020 sucedió un hecho único, se declaró en nuestro país el aislamiento social obligatorio a nivel nacional por la crisis del coronavirus. El decreto prohibía a toda la ciudadanía abandonar sus hogares con la excepción de salir a comprar alimentos o medicinas, hasta el 31 de marzo en la primera etapa que luego se fue extendiendo, y así fue como en la medianoche del 20 de marzo la vida de los argentinos cambio para siempre.
Allí comenzó una nueva vida, incorporamos a nuestro vocabulario las palabras video llamada, alcohol en gel, barbijo, virtualidad, y demás términos que hay en día son de la vida cotidiana pero antes del 20 de marzo del 2020 no eran parte de nosotros.
Así pasaron varios meses en los que solo había incertidumbre, casos positivos que ascendían y el famoso “pico de contagios” se hacía esperar. Escuchábamos que en diferentes partes del mundo se estaba desarrollando una vacuna preventiva, pero lo veíamos demasiado lejos nuestro a lo que en Argentina sembró disolución y incertidumbre.
A un año después podemos hacer un balance positivo y un balance negativo. Positivo porque fue un año para reencontrarnos con sí mismo, donde aprendimos muchas cosas desde casa, nos adaptamos a la nueva modalidad virtual, fuimos cocineros, niñeros, jardineros y hasta Tik tokers con tal de pasar esos largos días en casa buscando alguna diversión.
El balance negativo también se puede hacer por todo lo que no se pudo realizar en el 2020, un año donde no pudimos disfrutar del aire libre, de comer con amigos y familiares, y en muchos casos de la perdida de seres queridos que se llevó el coronavirus.
A un año, estamos con fé, con una vacunación constante pero lenta, pero con la certeza de que ya tenemos una vacuna que nos protegerá, la tecnología en la salud mejoró, los casos están disminuyendo y después de tantas nubes, ya vemos unos rayitos de sol.