Entre los nombres más reconocidos de la administración pública de la provincia de Salta está el de Sebastián Simón, quien empezó como pasante cuando era adolescente y sobrevivió tres gobiernos provinciales. Un año atrás, fue nombrado Director General de la Delegación Turismo en la Casa de Salta, convirtiéndose en un funcionario público de alto rango, lo que significa un despacho propio, personal a cargo y una carrera política en crecimiento.
Como cuenta en diálogo con Infobae, Sebastián recuerda perfectamente sus orígenes, cuando a sus 10 o 12 años sentaba a su familia en el patio de la casa, y les hacía un espectáculo de Reina Reech. Lo llamativo era que a pesar de que su hermana era la bailarina, él era la estrella de los shows caseros. Desde muy temprana edad Sebastián comenzó a interpretar a un personaje femenino, que luego evolucionaría para convertirse en la reconocida Imperia, su alter ego drag queen.
“Podía tener tacos y barba, pestañas gigantes y nada de tetas, el pelo rapado o una peluca llena de pelo. Pero además podía ser un personaje que trascendiera, que saliera de la noche, que tuviera algo que decir”.
¿Qué significa esto? Que, además de representar al Ministerio de Turismo y Deportes de Salta en Buenos Aires como Sebastián, también lo hace como Imperia, una drag queen que usa tacos de 20 o 30 centímetros de alto, con relleno en las caderas, pestañas postizas, peluca y barba con muchos brillos. Fue en sus 20 que descubrió el mundo del transformismo, trabajando ya en el gobierno.
Como cuenta recordando sus inicios como drag queen, empezó comprando zapatos altísimos para caminar solo en su casa, y siguió inventando vestuarios espectaculares y magníficos parecidos a los de videoclips; no necesariamente femeninos, pero si extravagantes y teatrales. “Me fascinaba, pero podría decir que lo hacía a escondidas”, cuenta Sebastián; “porque lo camuflaba en una fiesta de disfraces o me iba a Tucumán, donde no me conocía nadie”.
Durante más de diez años lo mantuvo oculto, mientras seguía creciendo su imagen en la administración pública, pero hace cinco años sintió que a su transformismo le faltaba algo. Fue entonces que descubrió lo que era ser una drag queen, y que esto no era únicamente emular la figura femenina de forma delicada y sutil, sino que podía seguir sus propias reglas: “Podía tener tacos y barba, pestañas gigantes y nada de tetas, el pelo rapado o una peluca llena de pelo. Pero además podía ser un personaje que trascendiera, que saliera de la noche, que tuviera algo que decir”.
Con miedo a que se obstaculizara su crecimiento profesional, aunque hizo pública a Imperia, se aseguró de que nadie en su ambiente supiera quién se escondía detrás del corsé y la purpurina. Así se mantuvo durante dos años, en el anonimato total, sin que nadie supiera qué hacía fuera de las horas laborales: dos horas y media o tres de maquillaje, vestuario, rellenos en las caderas con goma espuma, pelucas y mucho más.
“Yo tengo este personaje, esta drag no es un disfraz, tiene algo para decir”.
Con su metro ochenta de altura, Imperia llega a medir dos metros de altura en sus tacos altos; y usa ropa comprada o reformada. Tiene mucho de imaginación y maña con las manos, puesto que el vestuario puede armarse pintando, cortando, usando plástico, pintura y todo lo que se pueda para que no se note.
Una de las cosas que aclara Sebastián es que no es travesti ni mujer trans: es un hombre cisgénero, es decir, su identidad de género coincide con la asignada al nacer; es gay y está en pareja; y su representación drag queen es una expresión artística, que no necesariamente tiene que ver con la orientación sexual ni la identidad de género. De alguna forma, es como interpretar un personaje, como un actor.
Pasados estos dos años, Sebastián finalmente hizo una cuenta única de Facebook de Imperia, con miedo de incomodar o recibir comentarios negativos. “Creo que el primero que tenía prejuicios era yo”, aclaró, hasta que un domingo se animó a publicar en su cuenta oficial las fotos de Imperia toda producida.
Inmediatamente hubo escándalo en su oficina, pero cuenta que no fue negativo: “Yo no era funcionario, era un agente del área de promoción de turismo, nada más. Y justo había empezado a haber todo este ímpetu de empezar a trabajar el turismo LGBT+”, sostiene, y agrega que fue entonces que se dijo a sí mismo “Yo tengo este personaje, esta drag no es un disfraz, tiene algo para decir”.
Fue gracias a esto que se animó a hablar con sus jefes, sosteniendo que él puede hablar desde lo personal de lo que es ser parte de la comunidad LGBT+ en Salta, con este personaje contundente pero también respetuoso. “Si vamos a trabajar el turismo LGBT lo hagamos en serio, que no sea solo un papelito que diga ‘bienvenidos y bienvenidas’”.
No todo fue positivo: ante el evento LGBT+ más grande de la Argentina, con autoridades de todas las provincias, le permitieron a Sebastián asistir como Imperia, pero le dijeron que si lo hacía, no debía siquiera mencionar a Salta. Sin embargo, en la cena de cierre, Imperia rompió todas las reglas, y fue filmada hablando de vinos con todos los secretarios de Turismo, representando a la provincia de una forma respetuosa, pero sin perder su personalidad.
Al ver estos videos, sus jefes decidieron ascenderlo al cargo de Director General, y también representar a Salta en lo que se refiere al turismo LGBT+. Desde entonces, fue parte del Concurso Bendimia para Todos en Mendoza, donde triunfó como embajadora drag queen; y durante junio grabó un video con un mensaje escrito por él mismo para el Día Internacional del Orgullo Gay. Se hizo reconocido también en mayo del año pasado, cuando fue parte del video de Lali Espósito en plena pandemia. A pesar de los insultos y comentarios negativos que puede recibir, Sebastián se vuelve a maquillar, y publica sus fotos sin vergüenza, como parte de su propia declaración política.