Las fronteras de Salta y Jujuy son un colador. Y no es algo de ahora, es una problemática que viene de larga data, y que poco se ha hecho por combatirla. Una frontera por la que ingresan mercadería ilegal, ropa, cigarrillos, hojas de coca y, por supuesto, droga.
El cierre de fronteras que trajo aparejado la pandemia del coronavirus, ha puesto en evidencia la fragilidad de las fronteras con Bolivia. En un momento en que en el vecino país los casos incrementan exponencialmente, y en el que nuestros gobernantes se llenan la boca con recomendaciones sobre medidas para prevenir la enfermedad, y luego de más de cuatro meses de una cuarentena que está arrasando con todo a su paso, indigna ver cómo, desde una zona considerada caliente en cuanto a contagios, la gente ingresa del modo que quiere.
En las últimas horas circularon imágenes de bagayeros bolivianos, con sus bolsas en la espalda, que cruzan por el cauce del río Bermejo, aprovechando que este trae poca agua. Cruzan así desde la boliviana Bermejo a la argentina Aguas Blancas, sin tener en cuenta la situación epidemiológica de Bermejo, que ya cuenta con circulación viral.