Entre 1970 y 1971, se publicó la revista Epopeyas Argentinas, dirigida por Héctor Germán Oesterheld, autor de El Eternauta. La segunda y última entrega de la revista incluía el cómic El Guerrillero, un homenaje al héroe general Martín Miguel de Güemes.
"Yo he visto cruces de palo / En la orilla del camino / Al que se muere en los campos / No lo olvida el campesino", con estos versos de Atahualpa Yupanqui empieza el homenaje, mostrando al héroe como uno más del pueblo, todos "sufriendo y luchando junto a los grandes constructores de la nacionalidad".
Oesterheld realza a Güemes como un personaje principal en la liberación de los pueblos latinoamericanos, en medio de los ranchos, alejado de la aristocracia y la alcurnia. El inicio del cómic muestra la llegada de dos jinetes al campamento del entonces coronel Martín Miguel de Güemes. Se trata de los hijos de Gabino Herrera, un campesino que fue asesinado mientras defendía a su familia. Tras sobrevivir el ataque, los jóvenes querían luchar junto a Güemes.
La historia muestra al héroe como alguien que creció en un hogar acomodado, pero con sus raíces en las tradiciones hispanas, y que creció y se formó junto a la gente común. Cuenta cómo aprendió a leer en los colegios de los padres jesuitas; cómo se relacionaba con la gente en la serranía y el paisanaje. "Sin darse cuenta, entre las peñas y el cielo inmenso de su Salta, Martín va aprendiendo la ciencia del hombre y la naturaleza. El conocimiento que más tarde le dará poderes de caudillo invencible".
Con gran éxito y reconocimiento en el ámbito gracias a su publicación de El Eternauta, el escritor estaba a cargo del guión, y compartía el dibujo con distintos artistas como De Dimone, Juan A. Castro y J.M. Gatti. Con un gran énfasis en el sacrificio del pueblo salteño, El Guerrillero destacó también el estoicismo de los habitantes de la provincia.
Sin embargo, el final de la historia no es optimista, sino que tras la muerte de Güemes, el relato concluye con un texto que cuenta cómo "Salta quedó deshecha, diezmada la población, arruinadas las industrias, despoblados los campos".
"Madres, muchachas de Salta, mujeres de la guerra gaucha. Se alzaron contra el invasor, pelearon codo a codo con sus padres, sus maridos, sus hermanos. Para terminar, una vez alcanzada la gran victoria, trabajando como sirvientas de quienes jamás dieron nada, de quienes nunca supieron del valor y del sacrificio", agrega el autor. "Madres, muchachas de Salta, mujeres de la guerra gaucha, trabajando como sirvientas. Triste laurel de vergüenza para el triunfo más limpio de toda nuestra historia".
FInalmente, un leve dejo de esperanza se luce al cierre del texto, donde Oesterheld hace hincapié en la lucha para mejorar la vida de la gente: "a guerra gaucha sigue viva en los montes y las quebradas del norte argentino. Viva en el viento de entre peñas y soledades repite hazañas y sacrificios, viva en las sombras que callan muertes y ausencias en selvas y hondonadas. Viva todavía la guerra gaucha los hombres del campo y las sierras que recuerdan con la sangre, sino con la memoria la gran hazaña antepasada, salteños y jujeños que, en cualquier momento, pueden repetir la victoria gaucha".
Héctor Germán Oesterheld se encuentra desaparecido. El 27 de abril de 1977 fue secuestrado junto a sus cuatro hijas Diana, Estela, Marina y Beatriz; así como también sus tres yernos y dos nietos. La familia tenía un gran compromiso con la militancia peronista. Oesterheld fue visto por última vez en un centro de detención clandestino, y se sospecha que murió en 1978.