El neurocirujano Alejandro Musacchio, que realizó la cirugía de urgencia a Alejandra “Locomotora” Oliveras en el Hospital Cullen, explicó que el accidente cerebrovascular (ACV) se produjo por una estrechez significativa en la carótida derecha, causada por una placa de ateroma y calcio que restringió el flujo sanguíneo hacia el cerebro.
El diagnóstico vascular se alinea con los principales factores de riesgo: Oliveras es hipertensa y presentaba una hipertensión no controlada, condicionante clave según Musacchio, quien lo destacó como un error de control que empeoró su cuadro.
Además, se identificó un componente genético relevante, que afecta aproximadamente al 40 % de la población. Esta predisposición marcó el riesgo de Oliveras y fue reforzada con evidencia de antecedentes cardiovasculares en su familia.
Los médicos detectaron la afección vascular gracias a una resonancia magnética realizada al ingreso. Esta mostró la presencia de la placa ateromatosa y una estrechez carotídea que dificultaba seriamente la irrigación cerebral.
El ACV se clasificó como isquémico, es decir, por la obstrucción de una arteria. Musacchio explicó que el cerebro se hincha dentro del cráneo rígido, generando un edema crítico que llevó a la craniectomía descompresiva para aliviar presión intracraneal.
Durante la cirugía, los cirujanos encontraron el cerebro “pálido y tenso”. Sin embargo, describieron una mejoría progresiva cuando retornó flujo sanguíneo y el cráneo tuvo espacio para expandirse tras remover parte del hueso craneal.
El especialista advirtió que la combinación de hipertensión crónica, patología carotídea y genética puede ser “una bomba de tiempo silenciosa”. Aclaró que aunque Oliveras llevaba una vida activa, esto no previno el episodio.
Musacchio advirtió además que el daño cerebral resultante del accidente cerebral es irreversible, aunque sostuvo que la intervención temprana podría limitar la extensión de la lesión. Ahora, la recuperación dependerá de su evolución en los próximos días.
Este caso resalta la importancia del control profiláctico: revisión periódica de hipertensión, estudios vasculares en personas con antecedentes y seguimiento médico constante. Según el especialista, el diagnóstico precoz de la estrechez en la carótida podría haber evitado o minimizado el ACV.
Finalmente, el médico aclaró que Oliveras permanece con pronóstico reservado, internada en terapia intensiva con monitoreo neurológico y respiratorio. La evolución será lenta y día a día, pero con la posibilidad latente de recuperación parcial, aunque con secuelas previsibles.