El 6 de agosto del 2013 Rosario amaneció como un día más, soleado, algo templado y con las rutinas de siempre. Sin embargo, a las 9.38 am un fuerte estruendo y una nube de humo inundó la ciudad, el edificio ubicado en calle Salta 2141 se había derrumbado por completo y solo quedaba el esqueleto de la segunda torre de la misma dirección. La explosión se llevó la vida de 22 personas, y la experiencia de todos los ciudadanos de la localidad fue traumática, caótica y, como lo describió una de las entrevistas, “de película de terror”.
//Mirá también: A 8 años de la explosión en Salta 2141: Rosario se viste de luto y recuerda a las 22 víctimas
Vía Rosario habló con un grupo de jóvenes que se encontraban, algunos en la zona del incidente y otros a unas pocas cuadras, y revelaron sus propias experiencias sobre los días más tristes que vivió la ciudad santafesina.
Nair Cucco, vecina ubicada en Balcarce y Jujuy
“Fue una película de terror”. “Yo estaba en el departamento de Balcarce Jujuy y como a la tarde rendía un parcial me había despertado muy temprano. Segundos antes del estruendo me había levantado de la mesa para llevar una taza al microondas, la coloqué y en el regreso escucho una explosión tremenda que movió los vidrios y al edificio. Corrí inmediatamente a meterme bajo la mesa sin saber qué estaba ocurriendo, incluso llegué a pensar que se había caído un avión. Estuve ahí abajo unos minutos, y en el medio de una situación de pánico, miedo y temor salí y me asomé al balcón. Vi que los vecinos estaban en la misma condición que yo y todos miraban para calle Salta. Cuando vi, realmente se vivía una película de terror, toda la gente corría, había polvo, gritos”.
“Son imágenes que tengo guardadas y que no me las voy a olvidar nunca, me marcó para siempre la vida, incluso siempre pienso que si me pasó eso a mi que vivía a la vuelta, no me imagino cómo la habrán pasado las personas ubicadas más cerca de la explosión”.
“En ese momento llamé a mi mamá, y medio como que no me creyó, pero a los 10 minutos me llamó ella para contarme lo que había pasado porque lo leyó en Twitter y me recomendó bajarme del edificio mío. Así como estaba salí a la calle y caminé para Salta y mientras iba caminando iba viendo la cantidad de ambulancias, heridos, familias en pánico y cuando llegué a la esquina sentí un olor a gas insoportable. Me volví a mi departamento, ya se había cortado la luz, agarré una mochila con ropa y me fui de una amiga. Agradezco haber podido hablar con mi familia en ese momento porque minutos después empezaron a colapsar las líneas, y yo a todo esto tenía a mi mamá a 100 km por lo que estaba preocupada”.
“Llegué a la casa de mi amiga desorientada, asustada en crisis y realmente no entendía lo que estaba viviendo. Era chica, de pueblo y estaba sola en la ciudad. Fue una situación horrible haberla vivido”.
“Los días posteriores también fueron horribles porque se podía acceder con documento a la zona y si bien yo me quedé en lo de mi amiga, alguna que otra vez fui a buscar cosas al departamento y se respiraba un ambiente de tristeza y silencio y miedo. Por suerte en ese momento tuve un receso en la facultad y me volví a mi pueblo, estuve un tiempo allá y tomar la decisión de volver fue muy difícil”.
“Cada aniversario se vive una con mucha tristeza, incluso a mi me pasó una vez una situación rarísima. Estaba trabajando y sin darme cuenta ni del día y de la hora, se me vinieron los recuerdos de aquel 6 de agosto, y cuando miré realmente en qué fecha estábamos, era el día del incidente y la hora aproximada. Rarísimo, y muy muy triste”.
“Las secuelas que me dejó el caso fue que estuve muchísimo tiempo preocupada por saber si cerraba bien las llaves de agua, de gas, las puertas, el auto, todo. Por suerte con el tiempo se me van pasando, pero sí fue algo que noté que me sucedió post explosión”.
//Mirá también: Explosión en Salta 2141: la familia de Débora Gianangelo recordó la tragedia
Ian Márquez, vecino ubicado en Balcarce y Jujuy
“Ese día estaba yendo a la facultad con una compañera, pasamos por la esquina de Balcarce y Salta antes de la explosión y sentimos olor a gas. Llegamos a la institución, entregamos un trabajo y nos volvimos porque estábamos cansados y cuando estábamos en camino escuchamos el ruido. La realidad es que no le dimos trascendencia pero a las dos cuadras empezamos a recibir mensajes de familiares y amigos que se preocupaban por nosotros dado que vivíamos a una cuadra de Salta 2141. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que había pasado algo importante. Corrimos hasta llegar a nuestros domicilios”.
“Yo llegué a mi casa, que vivo en la misma manzana del edificio que explotó y encontré vidrios en todo el patio, incluso en mis propios vidrios de la puerta ventana estaban rotos. Fue una experiencia horrible. Ese día nos tuvimos que quedar en la casa de un amigo familiar dado que en la zona, los de emergencias pedían que por favor no se realizara tanto movimiento para lograr encontrar más cuerpos bajo los escombros”.
“La explosión en sí no fue lo único feo, sino también lo fueron los días posteriores porque, tres o cuatro cuadras a la redonda estaban cortadas para ayudar a los rescatistas con el silencio, y el barrio realmente se veía muy muy triste. Fue una situación muy fea, realmente se me caían las lágrimas de solo ver y sentir la tensión y tristeza con la que se estaba trabajando. Al barrio le costó mucho volver a tener movimiento. Fue muy angustiante”.
Araceli Camacho, camarera de un bar ubicado en Corrientes y Catamarca
“Ese día cursaba pero como me tocaba trabajar estaba en el bar ubicado a siete cuadras del edificio que se derrumbó. Al momento del estruendo yo estaba repartiendo café de un local a otro, y cuando sentí el sonido la bandeja me empezó a vibrar tanto que tuve que sostener las tazas para que no se me cayeran al piso. Fue tal la onda expansiva de la explosión que realmente yo llegué a sentir esa vibración a siete cuadras. Fue un total susto, yo no entendía nada. Cuando llegué al bar sí me encontré con que ya estaban los móviles de los noticieros en el lugar y me enteré. Fue terrible y yo lo viví con mucho pánico”.
Clara Martino, ubicada en Güemes entre Oroño y Balcarce.
“Yo ese día debería y a la hora en la que la explosión debería haber estado justo en la esquina de Salta y Oroño para tomarme el colectivo e ir a la Siberia, a la Universidad Nacional de Rosario, pero por cosas de la vida no fui. Por suerte, a la hora de la explosión estaba sentada en mi cama, y a pesar de haber estado a tres cuadras escuché un estruendo fuertísimo y con el una vibración que no se sentía lo que estaba pasando, si se trataba de un terremoto o qué. No entendía nada”.
“Salí al balcón, y vi que todos los vecinos estaban en la misma que yo, cuando miro al frente veo una nube negra de humo que salía de un edificio, justamente era el de Salta 2141. Se acercó mi papá y se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas y me dijo ‘ahí hay víctimas’. Inmediatamente empezamos a escuchar las sirenas, pero aun sin saber lo que había ocurrido. Prendimos la televisión y a los pocos minutos ya se empezó a correr la noticia de que había explotado una caldera”.
“Yo no soy muy memoriosa pero tengo muchos recuerdos no solo de ese día sino también de los días posteriores, en donde al barrio había que ingresar con DNI, y era un completo silencio para ayudar a los rescatistas a ver si encontraban a alguien vivo bajo los escombros. Además, el hecho dejó ver un grado de solidaridad en los vecinos que nunca antes se había visto”.
“Recuerdo mucho que en la ciudad se buscaba a un chico que estaba domiciliado en el edificio que se derrumbó y que al no encontrarlo por ningún lado, todos empezaban a decir que estaba perdido en estado de shock. En base a esto se empezaron a hacer reuniones sociales donde se buscaba al joven en distintas partes de la ciudad, yo fui a una de esas reuniones y me preocupé por él. Fue muy humano y solidario todo eso, Hasta que al final lo encontraron bajo los escombros, más bien en el ascensor del edificio que explotó”. “Todos estos recuerdos no solo me quedaron en la memoria sino también me marcaron en la vida. Fue terrible”.
Cómo vivieron los redactores de Vía Rosario la explosión de Salta 2141
Noel Nardone
“En mi caso, la explosión me agarró trabajando, estaba en un medio de comunicación y si bien escuchamos la explosión pensamos que había sido el estallido de una garrafa o algo por el estilo. Pero a los pocos minutos empezamos a ver en las redes que mucha gente de la zona también había escuchado el estruendo por lo que nos empezamos a poner más en alerta.
“El medio en el que trabajaba era de Economía y Negocios, sin embargo al darse a conocer semejante suceso que estaba atravesando la ciudad de Rosario, los redactores comenzamos a escribir todo sobre la explosión y el derrumbe. Incluso también cuando se presentó la Presidenta de ese momento, Cristina Fernández, al lugar de los hechos”. “Fue un hecho que cambió rotundamente a la ciudad”.
Paz Cignetti
“Al momento de la explosión yo me encontraba en el ISET XVIII, ubicado a nueve cuadras del edificio, estábamos en clase y el aula tenía un gran ventanal hacia la ciudad. De un segundo a otro se escucha un fuertísimo estruendo y dado que yo estaba sentada al lado de la ventana, miré inmediatamente hacia afuera y vi cómo volaron todas las palomas de la plaza que se encontraba frente al instituto”.
“Por el fuerte ruido pensamos que se había caído el ascensor del instituto, incluso la profesora salió al pasillo para ver si había sucedido allí, pero no. Pasaron unos minutos y empezaron a llegar las notificaciones a los celulares”. Me acuerdo mucho de lo que sucedió ese 6 de agosto porque nunca había vivido un hecho que tuviera tanta repercusión, no solo por las noticias sino por la magnitud de lo ocurrido”.
“Fue una semana de inquietud y escalofrío constante. Ni bien nos despertábamos prendíamos la televisión para saber si habían encontrado alguna persona con vida. En esos días se dieron a conocer las identidades y el estilo de vida que llevaban muchos de las víctimas, y fue muy feo y shockeando escuchar que varios de ellos eran estudiantes, por lo que uno se ponía aun más en el lugar. Fue muy triste. Una experiencia que no se la deseo a nadie. Realmente el edificio quedó como si lo hubiesen bombardeado”.
“Hoy en día al pasar por el lugar donde estaba la construcción, rige un silencio y profundo respeto hacia las víctimas y familiares de las mismas. Marcó para siempre la historia de Rosario como así también la vida de muchos”.