A cuatro días del asesinato del joven oriundo de Murphy en el centro rosarino, el análisis de las pruebas por parte de los investigadores modificó la hipótesis preliminar sobre un asalto en la vía pública y sospechan que el asesino irrumpió en el departamento mientras el dueño dormía.
Mientras continúa la búsqueda del menor apuntado como autor material en Zeballos al 2100, la Justicia constató que el cuerpo de Juan Cruz Ibáñez presentaba una veintena de heridas cortantes. La teoría en torno el episodio es que el menor prófugo ingresó trepando por rejas linderas hasta el balcón del segundo piso donde cometió el homicidio.
Después de recuperar algunos de los elementos sustraídos tras un allanamiento en Chacabuco al 4200, los encargados de la pesquisa creen que el muchacho de 23 años fue atacado con un cuchillo que Lucas Ezequiel O. encontró en la cocina. Más allá de las dudas sobre la mecánica del ataque y una posible pelea, las pruebas indican que el robo fue posterior al homicidio.
El testimonio del taxista que llevó al sospechoso hasta la casa de su hermana en zona sur fue la punta del ovillo para empezar a esclarecer lo ocurrido a dos cuadras de los Tribunales provinciales.
Los rastros de sangre hallados en el edificio, según la hipótesis actual, no eran producto del ingreso de Ibáñez herido desde la calle, sino que fueron dejados por el adolescente prófugo mientras intentaba salir desde el interior. En ese trayecto, el acusado incluso cargó el botín en el Volkswagen Gol de la víctima para escapar, pero chocó el auto y decidió abandonarlo en la cochera.