El centro de Rosario se convirtió en un desierto a partir de las 11 cuando arrancó el partido entre Argentina y Francia por los octavos de final del Mundial.
Paseo Pellegrini fue la excepción porque los bares y restaurantes se vieron repletos de gente que se reunió exclusivamente para ver el encuentro.
Pero en los alrededores desde Montevideo en adelante, y entre Paraguay y Sarmiento la actividad era nula.
Incluso se vieron cerrados varios comercios que habitualmente abren las 24 horas.