Ignacio Elías tiene ocho años, pero su corta edad no le impide sentir orgullo por quienes combatieron en la guerra de Malvinas. Un día, al ver que habían vandalizado el monumento a los caídos en Rosario comenzó a pedirle a su familia para que lo llevara a limpiarlo. Con su tenacidad logró su cometido y los domingos, con su trapito y en compañía de su abuelo Miguel, pule el mármol con el nombre de los soldados.
"Cuando le dije a mi abuelo le encantó la idea, porque él quería ir pero le daba vergüenza", contó Nacho a Via Rosario. "Ahora quiere venir mi prima y mi hermana estuvo la semana pasada", agregó el niño que no para de recibir felicitaciones de quienes se enteran de lo que ha estado haciendo durante meses.
El pasado domingo, luego de convertirse en un rostro recurrente en el Monumento a los Caídos y demostrar con trabajo que lo suyo no era una cuestión pasajera recibió su reconocimiento de la mano de quienes son sus héroes. Los ex combatientes le entregaron una bandera argentina con las islas y una medalla.
"Lo que él hace es poco y es mucho. Cuando empezó a ir a limpiar lo alentamos, pero no sabíamos que iba a ser tan significativo para los ex combatientes. Ellos vinieron a hablarlo y empezaron a mandarle mensajes. Fernando Vitale siempre hace contacto con él. Le cuentan historias, anécdotas y le presentan gente. Para él son los héroes", mencionó Mariana, su mamá.
"Hacía mucho que Nacho estaba insistiendo con ir. Pero lo íbamos postergando. Al final fue y le dijo a mi papá 'Tu hija no me lleva´, y ahora es su aliado y lo pasa a buscar todos los domingos. A las 10 llega con su balde y su trapito con Blem. Es un momento muy lindo", añadió.
Así, se fue convirtiendo en un asiduo lector. "Ya me leí todos libros permitidos, porque hay algunos que son prohibidos y los voy a poder leer cuando sea más grande", reveló el niño con entusiasmo. Respecto a lo cual su mamá observó: "Vamos viendo lo que le damos. De a poco buscamos cosas que sean para su edad".
Su interés despertó cuando a los cuatro años su maestra de jardín, por el 2 de abril, les habló sobre las Malvinas y desde entonces se ha convertido en un entusiasta por el tema. "Cuando era más chiquito iba todos los domingos al monumento a leer los nombres y no se iba hasta llegar al último. Nosotros le enseñamos valores como cualquier papá pero lo de Malvinas le surgió a él y sabe mucho más que nosotros", expresó orgullosa.
Es tanta su afición que para el festejo de sus seis años hasta pidió una torta con las islas y para ir a la escuela escucha "Iluminado por el fuego". "Los chicos me piden el teléfono. La nena juega y cuando le toca el turno a él pone la canción de León Gieco y la va cantando hasta que llegamos", agregó.
Para Mariana, lo de Nacho no es cosa de chicos ni un capricho pasajero. Va más allá de la decoración de un torta o de no irse hasta no leer hasta el último de los nombres de los combatientes. Es más que ir a limpiar el monumento, es algo que lo va a acompañar por siempre. "Una vez le pregunté por cuánto tiempo lo iba a hacer y me contestó: 'Cómo vas a pensar que yo voy a dejar de ir'", concluyó.