Tal vez, la misma frase expresada en otros labios no hubiera generado tanta repercusión: "Agradezco a Dios y a este país tan hermoso, la posibilidad de estudiar de forma gratuita". Algo que para millones de jóvenes argentinos es apenas un detalle, que otros hubieran descalificado como "la mala suerte de caer en la educación pública", fue puesto en relevancia por Oles Meronvil, un joven de Haití que hace pocos días se recibió de Ingeniero electromecánico en la Universidad nacional del Nordeste (UNNE).
Oles llegó en el año 2012 con el propósito de estudiar. Arrancó formalmente la carrera de Ingeniería Electro mecánica en 2013 y la terminó en seis años, lo cual muestra la contracción con que se dedicó. Se había enterado de esta posibilidad por un primo que le dio la información de la gratuidad de los estudios en este país, lo cual es impensado en su propia tierra.
"En Haití, los costos para estudiar en las universidades son muy altos y la única universidad pública que existe acepta sólo 200 ingresantes por año", explicó a la gente de Radio UNNE (que funciona en el ámbito del Rectorado) y que lo fue a buscar al enterarse que alcanzó el título.
Sus declaraciones le dieron una trascendencia inusitada. Es que este joven ha pasado estos últimos siete años de su vida viviendo como uno más en Resistencia. Según sus propias palabras, se adaptó fácilmente a las costumbres de los chaqueños al punto que se hizo hincha de River y toma mates diariamente.
Desde el primer año consiguió trabajo como cocinero, lo cual le ayudó a su sustento cotidiano, aunque tuviera que restringir su dieta a "algunas verduras y mucho arroz con atún", más el infaltable mate. Sus palabras se repiten en las expresiones de agradecimiento. "En la facultad los profesores y compañeros siempre estuvieron dispuestos a ayudarme. Me tuvieron mucha paciencia y me trataron como a un familiar. Así me resultó más fácil aprender el idioma y a partir de ahí mejoré mi ritmo de aprobar materias", reconoce.
Como una manera de dejar en claro que está absolutamente adaptado al vivir cotidiano de cualquier chaqueño, este haitiano comenta que "cuando puedo me compro unos chipás, que son riquísimos para acompañar el mate". También sus primeros amigos lo metieron en el folclore del fútbol y así se hizo hincha de River Plate.
Esta historia del hoy ingeniero electromecánico Oleg Meronvil tiene varias aristas para destacar. Por ejemplo, el valor de la perseverancia de un joven que llegó sin conocer el idioma pero no se dio por vencido. "Soy una persona muy constante y persistente. Si hay algo que no entiendo, insisto hasta aprenderlo", comenta y recuerda cuando una materia tuvo que rendir cinco veces para aprobarla.
Pero también deja en claro algunos aspectos que para millones de argentinos pasa desapercibido y que, sin embargo, representan una ventaja relativa extraordinaria respecto de otros países del continente. “Cuando me recibí –y lo digo sin mentir- me puse a pensar en todo lo que este hermoso país invirtió en mí para que logre llegar a mi título y es mucho. Es invalorable”, manifestó el flamante ingeniero electromecánico.
"Siempre digo de Argentina no me quejo y jamás me quejaré. ...Gracias a todos", escribió en sus redes sociales antes de que su historia se viralizara.