En el marco de unas obras de espacio público que realiza la Municipalidad de Avellaneda, un insólito error complicó la vida de una familia: los obreros les tapiaron la puerta y las ventanas de su casa con ellos adentro.
La vivienda está situada en la intersección de las calles Casella Piñero y Mujeres Argentinas, en la localidad de Sarandí. Este martes, efectivos policiales llegaron con albañiles y comenzaron a levantar muros.
“En un primer momento nos avisaron que iban a hacer un pasillo y después, de un momento a otro, golpearon la puerta e impusieron el cerramiento”, dijo Lucas, uno de los hombres afectados.
La casa está en una zona que el municipio está recuperando y convirtiendo en plazas. Debido a esta situación, comenzaron las refacciones en el lugar. Pero el grave error los llevó a tapiar las aberturas.
La madre del joven, su hermana y él mismo viven en casas contiguas y cada una tenía su propia salida. Pero ante este escenario debieron derribar las divisiones que había entre las tres viviendas para poder salir a la calle.
“No estaba autorizado a hacer las puertas que daban a la vereda, pero las tenía hechas desde hace un tiempo, vivo acá desde el 2005″, explicó. “Nunca tuve problemas, pero ahora que lo arreglaron, los caños de las casas no funcionan. No tenemos desagües”, detalló.
En el lugar viven doce personas que ahora comparten una misma salida. “Tuve que abrir una pared para salir y llevar a las chicas al colegio. Van a mejorar el espacio público a costa de empeorar nuestra calidad de vida”, dijo furioso.
Qué dijeron los vecinos encerrados
“De repente dijeron no, hay que hacer lo que hay que hacer y ya. Yo les pedí primero que hagan el pasillo por dentro pero evidentemente me mintieron. No pido nada de otro mundo, solo recuperar lo que tenía, por lo menos una ventana, una entrada de aire. Tengo prendido el ventilador porque acá no circula aire”, dijo Lucas.
Y agregó: “Mintieron y nosotros no podemos convivir compartiendo una misma salida. El pasillo era un punto intermedio que les servía a todos”.
Por su lado, la solución que le dieron a la ventilación que necesitaban fueron unos caños pegados a la pared. “Se siente el olor a encierro, tengo una nena de un año y mi mamá sufre ataques de epilepsia, mi cuñada tiene un hijo discapacitado, no se puede vivir así”, reclamó.
Asimismo, denunció que fueron maltratados por la Policía. “Nos dijeron que no era problema suyo cuando mis familiares les advirtieron de estas situaciones. No les importó”, subrayó.