Una noticia inesperada con giros propios de una ficción se difundió la semana pasada, cuando en una vivienda en la que supo vivir Gustavo Cerati se hallaron resto óseos.
La casona había sido adquirida por Marina Olmi, hermana de Boy, hace “alrededor de 30 años”, según consignó ella misma. En 2001, cuando se fue a Europa, le alquiló la casa nada menos que al líder de Soda Stereo por dos años.
En los últimos meses, la mujer vendió la propiedad y el grupo inversor la demolió a fin de construir un edificio. Pero la semana pasada, los albañiles vieron cómo, al caer un pedazo de tierra de la casa lindera, quedaron al descubierto lo que, sin dudas, eran restos óseos humanos.
La obra fue suspendida y los restos levantados por un equipo forense. Pero, luego de eso, lo que quedaba era investigar de qué se trataba. Esta martes, se conocieron los primeros resultados.
Qué arrojaron los primeros peritajes sobre los restos
Los primeros indicios que dieron a conocer los investigadores del caso hablan que de que, lejos de lo que se suponía, el cuerpo habría sido enterrado en la década del ‘90. También se supo que se trataría de una persona joven, menor de 30 años, y de contextura física grande, aunque por el momento no se pudo determinar el sexo.
“Por ciertos elementos que fueron levantados en el lugar, como ropa, todo hace suponer que el cuerpo habría sido enterrado en los años 90”, consignó La Nación. El expediente quedó caratulado como “averiguación de delito”.
El fiscal López Perrando es quien está a cargo de la investigación que tiene la tarea de determinar si la persona enterrada en Congreso al 3700 murió de forma natural o tuvo una muerte violenta. Como haya sido, el delito existe: en Argentina está prohibido enterrar a una persona en un domicilio particular.
El origen de la casona que alquiló Gustavo Cerati
Marina Olmi dialogó con TN para repasar la historia de la propiedad. Ella se la compró hace 30 años a una alemana, Olga Schuddekopf, pero en ese terreno había funcionado anteriormente un geriátrico y, 150 años atrás, hubo una capilla y un establo, justo antes que la familia alemana adquiriera el lote.
“Era una casa bien hecha, pero cuando yo la compré ya estaba viejísima. La había hecho el padre de la señora que me la vendió. Hace por lo menos 100 años”, contó.
Además reconoció que había una zona del terreno que le generaba cierta desconfianza y le transmitía una “energía oscura”. “Donde hice la pileta había una casilla de madera y cosas raras (de los anteriores dueños). De hecho se incendió un árbol ahí”, dijo.