La degradación total en que cayó la Argentina hizo que se “naturalice” la modalidad delictiva comúnmente denominada “motochorros”. ¿En qué consiste esta modalidad? Básicamente en el robo desde motos a peatones desprevenidos que salen de los bancos, esperan un medio de transporte en una parada o, simplemente, están a punto de ingresar a sus domicilios. A excepción de las salideras bancarias –donde hay un trabajo de inteligencia previa y coordinación con algún delator– los robos más habituales son “al voleo”, es decir, a víctimas sorprendidas al azar. También los motochorros suelen robar motos de baja cilindrada tanto para alimentar el mercado negro de repuestos, venderlas enteras (con o sin documentación adulterada) o reemplazar su “movilidad laboral”.
Desde el mes de marzo la modalidad “motochorro” ha incorporado a un nuevo tipo de víctima y un nuevo objeto de deseo: los propietarios de motos de alta gama. El blanco de estos ladrones pasó ya a ser motos que antes no se robaban. Motovehículos cuyo valor de mercado supera los 30.000 dólares y cuyo mercado negro no existe. Estas motos no se roban ya por su valor de reventa ni por lo que podría esperarse de su despiece sino, fundamentalmente, por el placer de manejarlas y presumir subiendo fotos con ellas a las redes sociales.
La impunidad es total. Estos robos son cada vez más violentos en la zona del AMBA, en Rosario y también está llegando a Córdoba. Ni el Ministerio de Seguridad de la Nación, ni el de la Provincia de Buenos Aires están haciendo nada para prevenir, perseguir y desarticular a estas bandas de delincuentes que roban a mano armada de moto a moto.
Preocupado por esta escalada de violencia que veíamos venir (que lamentablemente cobró la vida del Sr. Andrés Blaquier) 4 días antes de este desgraciado suceso presenté un proyecto solicitándole al Poder Ejecutivo Nacional que, “de manera perentoria y efectiva, tenga a bien arbitrar los medios necesarios para que las fuerzas federales refuercen el patrullaje en rutas nacionales y autopistas en el ámbito del AMBA ante la escalada de aumento de robos de motos a mano armada”. Al mismo tiempo requerí al Ministerio de Seguridad de la Nación “que entable acciones coordinadas con el Ministerio análogo de la Provincia de Buenos Aires a fin de establecer una estrategia común y compartida para terminar con el flagelo de los motochorros en todo el ámbito de la Provincia de Buenos Aires”.
El modus operandi de los delincuentes es el siguiente: se acercan por sorpresa al motociclista desprevenido, le ponen una moto adelante que va frenando gradualmente y otra a su costado para que no pueda escapar. Mientras tanto, los pasajeros de una o ambas de las motos, le apuntan a la víctima obligándolo a detenerse en la banquina donde lo despojan del rodado, casco y vestimenta. Ocasionalmente también suelen disparar a las piernas del motociclista indefenso por simple gusto y también para ganar tiempo favoreciendo su escape.
La comunidad motociclística argentina está conmovida, temerosa y harta. Lo peor es que existen motociclistas que están abandonando sus salidas y otros que comienzan a salir armados. Si el estado no se hace presente, impera la ley de la selva.
¿Si cualquier motociclista puede ver la jactancia de los delincuentes con sus motos robadas como si fueran trofeos en las redes sociales, cómo es posible que los expertos en ciberdelincuencia de la Policía no los vea? Es hora de que el gobierno deje de apañar con su inactividad a estos delincuentes que son extremadamente peligrosos y que, con absoluto desprecio por la vida siembran pánico en las rutas argentinas.
*Senador Nacional de la Unión Cívica Radical por Tierra del Fuego.