Toda la militancia de Juntos por el Cambio (JxC) se mueve convencida de que los dramas económicos que acorralan al gobierno nacional y la gran interna entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner no hacen más que allanar el terreno para que la oposición inicie a fines de 2023 “el segundo tiempo” que auguró Mauricio Macri.
Esa apuesta explica las carreras anticipadas no sólo de los que pretenden sentarse en el sillón de Rivadavia (como es el caso de los macristas Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, de los radicales Gerardo Morales y Facundo Manes, y del peronista Miguel Angel Pichetto) sino de todos aquellos que quieren aprovechar la ventaja para conseguir una posición de poder.
De esa maraña de aspiraciones surgirán los candidatos y también la nueva impronta que tendrá la alianza opositora: por ahora priman las diferencias entre aquellos que reivindican el cuestionado gobierno de Macri y apuestan a profundizar ese estilo de “cambio” y los que apelan a una nueva experiencia que no arrastre los pecados del pasado.
Las críticas que recibió Carlos Melconian por reunirse con Cristina Kirchner expusieron los aspectos más disparatados de ese juego de contrastes. “Hay que darle tiempo a la gente para que cambie, me refiero a la sociedad argentina, porque puede volver a demandar otra cosa, y los boludos interpretan que yo quiero cambiar a una mujer de 70 años que hace 30 piensa igual, todo mierda, halcones al pedo que no muestran la cara y escriben”, respondió el economista de la Fundación Mediterránea.
En esa suerte de grieta empezaron a sonar con fuerza también las prédicas liberales, cuya efectividad expuso el fenómeno vinculado con el diputado Javier Milei, el outsider antipolítica que se transformó en una molestia para Rodríguez Larreta.
Para superar los dilemas, los líderes de la Unión Cívica Radical (UCR), de Propuesta Republicana (PRO), de la Coalición Cívica (CC) y de la incipiente pata peronista denominada Peronismo Republicano instruyeron a sus fundaciones para establecer un programa de gobierno. La expectativa es que esa hoja de ruta sirva para institucionalizar la unidad y para potenciar la nueva propuesta de gobierno.
En ese contexto, los principales protagonistas empiezan a acomodar el cuerpo y refuerzan el trabajo en el territorio para sumar fuerza de cara a lo que será una gran interna, en la que incluso no se descarta la participación de Macri. A saber, aunque se muestra como un veedor, el ex Presidente también se mueve como candidato.
Patricia Bullrich recorre cada rincón del país. Es la más comprometida en defender la gestión de Cambiemos y es la que descarta las medias tintas para la próxima etapa. Y justamente ese último punto es el que usa para diferenciarse con Rodríguez Larreta: “Lo que viene en la Argentina es un cambio que va a necesitar mucho coraje, mucho coraje, mucha valentía”, reiteró recientemente para explicar por qué se opone a la conducción del mandatario porteño.
“Es lo que la gente va a requerir porque, más o menos, lo que hay que hacer hoy en JxC lo decimos todos”, agregó y advirtió que el desafío es “animarse” después de aplicar las medidas necesarias porque “te viene el piquete, viene el empresario que te quiere presionar, viene el que te quiere pagar coima a un funcionario para una licitación, te viene la realidad y ahí tenés que tener un equipo que esté dispuesto al cambio de verdad y que nadie se asuste de ese cambio”.
Por lo pronto, Rodríguez Larreta evita subirse a ese ring y avanza con una agenda para vaticinar su impronta de cambios. Intercala la gestión porteña con incursiones en distritos electorales clave y viajes al exterior, como el que recientemente hizo a Israel para conocer la exitosa receta antiinflacionaria que aplicó en los ´80 y ‘90.
“Para bajar la inflación es necesario un plan apoyado por una gran coalición”, dijo el mandatario porteño y ratificó la posición dialoguista que tanto incomoda a los halcones de JxC.
Mientras, el titular de la UCR, Gerardo Morales, consiguió, de manera inesperada, otra razón para ganar protagonismo. Es que el gobernador de Jujuy salió a confrontar al presidente Fernández tras el sorpresivo viaje que éste realizó a su provincia para visitar a la detenida dirigente social Milagro Sala.
En paralelo, para nacionalizar su modelo, Morales aumenta sus visitas a Buenos Aires y el pasado jueves recibió a una amplia comitiva de intendentes bonaerenses, concejales y legisladores nacionales.
Las gestiones de los aspirantes presidenciales no son apuros sin sentido porque en JxC cada vez son más los que creen que la candidatura debe definirse lo antes posible para terminar de ordenar a la tropa y evitar los daños colaterales de las confrontaciones internas.