Un brutal crimen conmociona a Charlotte, en Carolina del Norte (Estados Unidos). El pasado 22 de agosto, Iryna Zarutska, una joven refugiada ucraniana de 27 años, fue asesinada a puñaladas a bordo de un tren por Decarlos Brown Jr., un hombre de 32 años que, según su familia, sufre de esquizofrenia paranoide.
En un perturbador audio de una llamada telefónica desde la cárcel, el cual se viralizó en redes sociales, Brown le dio una explicación incoherente a su hermana sobre el ataque. Según él, una “sustancia en su cuerpo” lo obligó a matar a Irina Zarutska.
Por qué mató a la joven
En una conversación desde la cárcel, Brown confesó a su hermana, Tracey Brown, que no conocía a la víctima y que actuó impulsado por delirios persecutorios.
“Solo quería saber por qué ella, porque él llevaba un rato en el tren antes de que ella subiera”, explicó su hermana antes de revelar la respuesta del hombre: “Él dijo: Bueno, ella me estaba leyendo la mente. Dijo que ella le estaba leyendo el pensamiento”.
“Me lastimé la mano apuñalándola. Ni siquiera conocía a la señora. Nunca le dije una palabra. Es aterrador, ¿no? ¿Por qué alguien apuñalaría a otra persona sin motivo?”, relató el acusado, antes de agregar que “quien manejaba los materiales” en su cerebro fue quien “descargó la furia”.

Tracey contó que su hermano estaba convencido de que el gobierno le había implantado un chip para controlarlo y que todos lo perseguían. “Me dijo varias veces que tenía ‘materiales’ en el cuerpo y que eso lo obligaba a hacer cosas”, explicó.
Un historial de pedidos de ayuda ignorados
La familia de Brown asegura que intentó internarlo, pero no pudo porque no tenía la tutela legal. Tras salir de prisión en 2022, donde cumplió cinco años por robo a mano armada, su salud mental se deterioró rápidamente: “No podía mantener una conversación, se volvió agresivo y no conseguía trabajo”, recordó su hermana.
En enero de 2024, Brown fue arrestado después de llamar al 911 para denunciar que tenía un microchip en el cerebro, pero un juez le concedió la libertad bajo palabra. “Él pedía ayuda, pero nadie lo escuchó. No justifico lo que hizo, pero estaba enfermo”, lamentó Tracey.

La víctima: una vida marcada por la guerra y un sueño truncado
Iryna Zarutska había llegado a Estados Unidos en 2022 escapando de la guerra en Ucrania junto a su madre y hermanos. Graduada en Synergy College de Kiev como artista y restauradora, soñaba con convertirse en asistente veterinaria. En Charlotte trabajaba en una pizzería, aprendía a manejar y compartía en redes fotos de su nueva vida, siempre sonriente.
La noche del crimen, Iryna volvía a casa después de su turno laboral, vestida con el uniforme del restaurante. Las cámaras de seguridad del tren captaron el momento en que Brown la atacó sin previo aviso y luego caminó por el vagón con el cuchillo ensangrentado, mientras otro pasajero huía.

Debate por la salud mental y la pena de muerte
El caso generó una ola de indignación y reacciones políticas en Carolina del Norte, con pedidos de castigo ejemplar. Sin embargo, la familia del acusado pidió que no se aplique la pena de muerte, argumentando que Brown necesitaba tratamiento, no ejecución:
“Antes de condenarlo, deberían investigar cómo luchó durante tres años para recibir ayuda. Nadie lo escuchó, ni la familia ni el Estado”, expresó Tracey.