Camargo internacional: de Argentina al Cruzeiro en Brasil y de ahí a correr en Estados Unidos

Claudia Camargo, maratonista paranaense, nos cuenta cómo fue su paso en Brasil por el Cruzeiro y esta experiencia le permitió poder tener una oportunidad en Estados Unidos.

Camargo internacional: de Argentina al Cruzeiro en Brasil y de ahí a correr en Estados Unidos
Claudia Camargo En Brasil

Alexander Minardi, preparador técnico del equipo de atletismo del Cruzeiro, espera impacientemente a Claudia Camargo, su nueva atleta de esta manera le da carácter internacional a la formación de la maratonista paranense que como ya contamos ya había ganado una dura prueba en las Islas Malvinas.

Cuando Claudia llega a Brasil lo primero que escucha es ¡Bem vinda! lo cual sin mucha deducción era una bienvenida. A su lado un colega de pasión, otro atleta que hablaba español, quien será de gran ayuda he interprete de Claudia. Ella jamás había oído una sola palabra de portugués y ese fue su primer desafío.

Destino: Mina Gerais, cuna del club Cruzeiro, ahí sería alojada en una familia con quien tendría la posibilidad de familiarizarce más con el país, sus costumbres y sobre todo con el idioma totalmente desconocido para ella. Los entrenamientos en Brasil, por su clima extenuante comienzan muy temprano desde las 4 am, ya que luego el calor intenso hace difícil mantener los ritmos de entrenamientos.

El grupo es muy ameno a pesar de no entender mucho, son muy compañeros y las integrantes femeninas tratan de que el desarraigo y la nostalgia de la distancia aborde a la mente de la maratonista argentina. “Es mi primer viaje lejos de casa, pasaran tres meses hasta volver, la emoción del inicio no me llevó a evaluar esos detalles esenciales, pero quería sobresalir, progresar en mis entrenamientos en mis experiencias, conocer otras rutinas y modos de prepararme físicamente, además esto sería una prueba también emocional, superar o poder manejar los sentimientos fue lo más complicado”, recuerda Camargo de su paso por Brasil.

Ramón de 7 y Raúl de 5 años, dos niños de la familia son quienes hacen más amena la experiencia entre días y días formó con ellos una confraternidad cruzando palabras en español y enseñándole portugués. “La verdad ellos me recuerdan a mi hijo en Argentina y los extrañaba demasiado, la angustia por momentos me supera pero siempre en la mente que todo gran sacrificio le corresponde una gran recompensa y es la ilusión esperanza que me mantuvo en el camino”, afirma Claudia recordando esos días de adaptación.

Las competencias no fueron de lo más relevante en estos años, sí participativas y no destacadas pero esto sería el eslabón inicial de una cadena que llevó a Camargo a otros niveles, a otro salto de calidad en esta disciplina, los obstáculos de entrenamiento no son tan arduos como los mentales con los que debió trabajar y jugar en esa época.

“Entrenamos en grupos, igual que aquí, nos ayudamos y colaboramos, la pretemporada fue en las montañas de Río de Janeiro, Teresoplis y la altitud y la falta de oxígeno fue nuestro adversario por 21 días para luego ir a competir. El tiempo ha pasado y varios años con ello, los viajes a casa ya no eran tan frecuentes y mi pregunta es por qué y para qué todo éste pre…pre… es antesala de otro destino de otro hecho…”. Fue en esos momentos que recibió una pregunta: Claudia ..¿voce tem interés en participar na America? Cleuza, una compañera del Cruzeiro le comentó que un entrenador brasilero radicado en New York, está buscando atletas Argentinas para un club en el Central Park. ¿Voce tem interés? le dijeron.

“Muchas cosas pasaron por mi mente, no era tan fácil, sería dar un salto al abismo, justo cuando ya sabía hablar portugués, parecía un chiste”, recuerda Camargo. La idea estaba en el aire y la oportunidad no se podía dejar pasar. El arrojo y la pasión hacían ebullición en su mente. Es así que Basil y el Cruzeiro se convirtieron en medios para otros destinos. “Pasaron tres años de mi estadía paciente en Mina Gerais, ahora el ticket de viaje marcaba otro rumbo. Tristemente debía separarme de quienes fueron mi soporte por mucho tiempo, en esos momentos difíciles de desarraigo, Alexander Minardi y sus siempre tan oportunas exaltaciones de furor por su amado club, Ramón y Raúl, mis amiguitos de idioma”.

Fue así que el azul profundo de los colores del equipo y sus estrellas pasarían a ser parte del inicio del primer sello de pasaporte de su vida en Estados Unidos que le brindaron una nueva oportunidad.