Bueno, cariño. Llegó el día, esta es mi última columna del 2021. Ya no le quedan más domingos a este año.
Lo cierto es que estos últimos días han sido más bien difíciles. De esos en los que se valora la calma que reinaba antes. Ya no queda nada del 2021, no sé que nos esperará en el 2022 pero, cariño, tenemos que confiar en que todo va a ir mejor.
No podemos perder la esperanza, ni las ganas de avanzar, que por muy duro que sea todo, lo cierto es que estamos en donde tenemos que estar. Y de toda situación siempre hay una lección que nos podemos llevar.
Se acerca la última semana de este año. Y doce meses se escaparon en un pestañear. A mi los últimos días me dejaron tirado. Pero, acá estoy, juntando los pedazos y volviéndome a parar. Valorá las personas que te rodearon. Aquellas que iluminaron hasta tus días más oscuros.
Abrazalas con fuerza, deciles te quiero y gracias por todo lo vivido hasta acá. Que a esta altura del año, estando a punto de finalizar, solo nos queda ser agradecidos y perdonar. Agradecidos con la vida por lo bueno y lo malo. Por tener un sueño que cumplir, un lugar al que volver y alguien a quien escribir. Y perdonar, todo lo que haya ocurrido. Porque solo a través del perdón se puede avanzar. Y no te equivoques, cariño, que más difícil que perdonar a otros, es perdonarse uno mismo.
Perdonate y agradecete. Que tenés que estar listo para el año que está a punto de empezar