Cuarentena en Oberá: Luciano y Alan nos cuentan cómo viven el aislamiento social obligatorio

Dos realidades distintas de una misma situación que es compartida en todos los hogares del país.

Cuarentena en Oberá: Luciano y Alan nos cuentan cómo viven el aislamiento social obligatorio
Cuarentena en Oberá: Luciano y Alan nos cuentan cómo viven el aislamiento social obligatorio

Desde que el presidente de la nación decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio, la realidad en los diferentes hogares del país es diferente. Por ello Luciano Monsalve Agazzi, un niño de 7 años y Alan Obermann de 32 años nos cuentan cómo viven su cuarentena.

Luciano vive con su hermano, su madre y su padre de corazón. Es un niño en edad escolar por lo que su rutina se vio afectada por completo ya que no puede acudir a su institución como lo hace habitualmente. "Como no se puede ir a la escuela, la escuela vino a casa, mi mama es la maestra y yo con mi hermanito somos los alumnos", indicó el niño.

La parte preferida de la cuarentena para el niño es que comparte más tiempo con su familia y juega mucho con su hermanito, "hacemos manualidades, hacemos muchas cosas juntos, ponemos música y bailamos todas las tardes". Sin embargo, no todo es positivo, Luciano lamenta de la cuarentena el hecho de no poder ir a tomar helado, de ir a las plazas, estar con familiares, y jugar con amigos.

Con solo 7 años Luciano deja un mensaje lleno de buenos deseos a la sociedad "cuando se termine la cuarentena quiero que todo se mejore, que nadie tenga nunca más una enfermedad, y que todo el mundo sea tranquilo y normal".

La realidad de Alan Obermann es bastante diferente. El joven de 32 años vive junto a su esposa Patricia con quienes cumplen la cuarentena desde el 20 de marzo. El único que salió fue el un total de dos o tres veces para comprar cosas en el supermercado a cinco cuadras de su casa y una vez para comprar energía prepaga.

En cuanto a los gastos económico Alan explicó que no percibieron muchos cambios "los dos tenemos nuestros trabajos y es difícil al medio día cocinar entonces siempre compramos viandas, la plata que gastamos ahí se fue en el supermercado. Si bien no gastamos en combustible nos dimos más gustos en las comparas", indicó.

En cuanto a los hábitos que se vieron modificados, Alan explicó que se pusieron como propósito todos los días a la tarde preparar un mate y sentarnos a leer, cada uno su libro pero al mismo tiempo. "Empezamos a leer mucho más que no estábamos acostumbrados y a trata de aprender", indicó, aunque reconoció que la primera semana aprovecharon para dormir y recuperar el sueño atrasado.

Dentro de las cosas que extraña la pareja se encuentra el juntarse con sus familiares. "Tenemos como costumbre los domingos almorzamos con ambas familias todos juntos y obvio que eso ya estamos extrañando muchísimo al igual que juntarnos con nuestros amigos. La única forma de vernos es a través de video llamadas por WhatsApp". Sin embargo, lo que menos soportan es el encierro, aunque agradecen vivir en una casa y no en un departamento, "es un beneficio de no sentirte tan encerrado".