No hay edad para los juguetes, ya sea para entretenerse o para guardarlos como un recuerdo vivo de la infancia. Y eso es lo que hace Priscila Mateos (38), la mendocina que de niña era fanática de “Mi Pequeño Pony” y de grande pudo cumplir su sueño de armar su colección, pero no cualquiera, sino de los que fueron elaborados en Argentina en los años ‘80, los más complicados de conseguir como la “figurita difícil” de un álbum.
De chica siempre había querido tener ponis, pero no era un juguete accesible en esa época. Fue su tía Vicky quien le regaló el primer pony cuando tenía 5 años, que aím conserva. Ese fue el primero de tres que cuidó con mucha dedicación cuando era chiquita. Aunque recuerda muy bien, y hasta con el dolor de niña, que uno se lo robaron en la escuela.
Pasaron los años y su gusto por estos pequeños caballos, con cuerpos de colores y melenas, siguió intacto. Con el boom de las ventas por internet descubrió que había gente que compraba y vendía los ponis.
De a poco se fue interiorizando en el tema e investigando quedó aún más atrapada cuando supo que en Argentina elaboraron este juguete en la década del 80. La empresa TopToys los hizo por varios años y son de los más buscados por coleccionistas del exterior, y muy bien pagos.
La mendocina estudiaba abogacía en ese momento, no le quedaba mucho tiempo para poder trabajar, por lo que vio una posibilidad de combinar su amor por los ponis y de obtener una entrada de dinero.
De a poco empezó a comprar y vender. Traía modelos del exterior que acá no se conseguían muy fácilmente. Pero cuando lograba dar con un pony argentino, no lo vendía y se los quedaba. “Me daba rabia y dije ‘voy a hacer patria y voy a guardar ponis argentinos’”, contó entre risas Priscila en diálogo con Vía Mendoza.
El día que Priscila se asumió como coleccionista de “Mi Pequeño Pony”
En el 2008, con dos amigos coleccionistas hicieron la primera convención de Mi Pequeño Pony del país, en Mendoza. “Vinieron de Buenos Aires y se sumaron otros coleccionistas de juguetes para participar del evento y lo hicimos vía steaming, que en esa época era muy rudimentario todo”, recordó con entusiamo.
Y ese día fue importante para ella, no solo por lo que habían logrado con sus amigos, sino también porque se asumió vendedora y coleccionista.
Cuando armaba el stand con los ponis que iba a poner a la venta, se econtró con unos 15 que no tenía para vender porque eran de ella, por lo que cayó en la cuenta que había empezado una pequeña colección.
“Me asumí oficialmente como coleccionista, no solo como vendedora, y empecé de a poco a buscar los que me interesaban para mí como los argentinos. Es muy difícil conseguirlos en Mendoza y Twitter me ha ayudado mucho con eso”, reveló Mateos.
En su colección tiene los nacionales y algunos de los que se les dice “nirvana”. “Son todos esos no tan comunes, de esos tengo de Brasil, Perú y de Italia. Pero el foco de mi colección son los argentinos”.
Si bien ya no se dedica a la venta, aún tiene el deseo de seguir sumando ponis argentinos de los ‘80 a su colección, de alrededor de 70, que tiene perfectamente guardados y cuidados. Está atenta a quienes quieran contactarse con ella y así poder comprar aquellos ejemplares que no tenga, como así también a intercambiar aquellos que tenga repetidos.
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