“Un día le pedí a Dios que me ayudara y le prometí que si me daba la fortaleza para poder ponerme firme y terminar con mi sufrimiento, iba a luchar por los niños, de una manera u otra para que no sufrieran”. Brisa Moyano tiene 42 años. Vive en Phillips (zona rural de Junín) y hace 15 años abrió el Merendero María Silvia, nombre que eligió para el lugar en honor a su madre.
Este espacio está pegado a su casa y hace casi 2 años, ladrones se metieron en el lugar y se robaron hasta las ventanas. Pero ni eso ni el ACV que sufrió en 2017 han podido detenerla en el cumplimiento de su promesa, la misma que hizo el día en que se plantó frente a su abusador y pudo decirle “Basta”.
“Cuando tenía unos 8 o 9 años, empecé a ser abusada por un familiar cercano. Muchos buscan a los abusadores afuera, lejos. Pero, por experiencia propia y por algunos casos de chicos que han pasado por el merendero, sé que suelen estar en la familia”, recapitula Brisa desde su casa, donde ya está en plena producción de huevos de pascua y roscas que quiere entregar a más de 200 niños durante la Semana Santa.
Mediante amenazas, el abusador de la -por entonces- niña intentaba asustarla para que no dijera nada a nadie, ni tampoco intentara oponer resistencia a los permanentes ataques.
“Me decía que iba a matar a mi mamá, a mi papá y a mis hermanos. Y lo que más ama uno de niño o niña es a los padres y a los hermanos. Era como que sentía que me ‘sacrificaba’ para que no les pasara nada”, cuenta con angustia sobre aquellos años oscuros.
La promesa y el fin del calvario
Un día, ya con 12 años, Brisa había ido a buscar leña a un descampado de la zona (antes de vivir en Phillips, vivía en cerca del Carril del Centro, también en Junín). Su abusador la siguió y la niña se dio cuenta. Fue allí cuando rogó a Dios que le diera fortaleza para poder “plantarse” ante el despreciable hombre que había hecho de su vida una pesadilla durante 4 años.
“Tuve fuerzas para enfrentarlo y para decirle que no iba a permitir que siguiera haciendo lo que hacía. Le dije que no me importaba nada, que no iba a dejar que me siguieran abusando. Y gracias a Dios allí terminó toda la situación y el sufrimiento”, recuerda la mujer desde su casa en Phillips, donde se mudó a los 15 años.
Un día como cualquier otro, en julio de 2007, Brisa estaba hablando con su mamá, María Silvia, y le dijo que quería ayudar a los niños y que quería cumplir la promesa que había hecho aquella tarde que no olvidará jamás.
“El primer domingo de agosto de 2007 festejé el Día del Niño y ése fue el primero de varios festejos que aún siguen. Me di cuenta de que hay mucha necesidad en el pueblo, en la gente, y por eso salió la idea de hacer el merendero. A veces ni yo tengo para comer, pero es tan grande el amor de Dios que sé que no me va a desamparar en esto”, relata la mujer, quien es una gran creyente.
La idea del merendero fue tomando cada vez más forma y -por las redes sociales- Brisa comenzó a pedir ayuda y a ver cómo se sumaban, no solo empresas y personas que aportaban mercadería, sino voluntarios que estaban dispuestos a ayudarla (y muchos siguen hasta hoy).
“Al merendero le puse María Silvia en honor a mi mamá, que falleció hace 4 años. Ella fue mi amiga, mi compañera, la que estuvo siempre conmigo en el merendero. A veces no teníamos nada para comer nosotros y le decía que no iba a poder cocinar para los chicos, pero ella me decía que cómo no iba a cocinar algo, que a los chicos no les podía faltar la comida. Y siempre conseguíamos algo, y ella me ayudaba a cocinar”, cuenta.
Una alquimista que convirtió el dolor en ayuda
Desde ese Día del Niño de 2007 hasta la fecha, Brisa ya ha perdido la cuenta de la cantidad de celebraciones solidarias que ha hecho para los niños de la zona. Desde navidades hasta bautismos y comuniones.
Solo este año, y antes de que comenzaran las clases, gracias a una de sus campañas solidarias logró juntar más de 500 mochilas con útiles para que los niños de Phillips y otras localidades rurales (de primaria y secundaria) pudieran regresar a las aulas. Ello sumado a la asistencia alimentaria que da en el merendero.
“Deben haber pasado más de 2.000 niños desde 2007 a la fecha por el merendero. Hay mamás que hoy mandan a sus hijos a buscar comida y que ellas venían cuando eran niñas también. Y en todo este tiempo, la verdad es que hubo momentos en que tuvimos que parar porque no teníamos para dar de comer, o por otras cosas. Por ejemplo, el año pasado me cortaron el gas por falta de pago y no pudimos cocinar. Pero de alguna manera nos la rebuscamos, para -sin gas o como sea-, siempre estar para ayudar”, reflexiona en voz alta.
Haber podido convertir todo el dolor que llevaba por dentro en ayuda no fue fácil para Brisa Moyano, la referente del merendero María Silvia, de Phillips (Junín). Pero es algo que, como ella misma dice, le da mucha satisfacción.
“El poder hacer algo por alguien, el que llegue la noche y, cuando me acuesto a dormir, pensar que se puede ayudar... Son cosas que no se pueden explicar”, describe.
Entre tantas campañas solidarias que ha encabezado Brisa durante los últimos años, se destaca la de ayudar a un joven con discapacidad que vive en el lugar y a su familia, quienes necesitaban dinero y materiales para poder ampliar la habitación y que en ella entre una cama adaptada y la silla de ruedas.
Si te postran diez veces, te levantas
La casa de Brisa está pegada al merendero (de hecho, este espacio es una parte de su vivienda que destinó para entregar la comida). Vive junto a sus cuatro hijos, 3 varones de 25, 16 y 5 años y una mujer de 19 años.
“Ellos me ayudan en todo. Hace 5 años sufrí un ACV y, entre las secuelas, me ha quedado complicada la parte motriz. Por eso mi hijo de 25 es quien se encarga del amasado y horneo de las tortas y pan. Mi hija de 19, en tanto, me ayuda a preparar la merienda”, sintetiza y aprovecha para agradecer -una vez más- a sus hijos.
Aunque hasta hace dos años servían la comida en el lugar, la situación de pandemia los llevó a cambiar la forma de trabajar. Durante los últimos dos años, los niños van a buscar sus raciones los lunes, miércoles y viernes para llevarlas a sus hogares; mientras que Brisa, sus hijos y los voluntarios y voluntarias preparan viandas para que los niños a quienes asisten y sus familias se lleven a su casa los fines de semana
“Hace 2 años nos entraron a robar en el merendero. Se llevaron dinero, ollas, platos, cubiertos. ¡Hasta me robaron las dos ventanas del merendero! Por eso es que estamos un poco limitados para recibirlos acá también”, resume.
Huevos y rosas de pascua, su próxima meta
Brisa nunca descansa. Por esto es que ya puso manos a la obra para cumplir su nueva meta: preparar huevos y roscas de pascua para repartir a los más de 200 niños que asisten al merendero.
“Queremos que todos los chicos pasen unas felices pascuas. Por eso es que estoy en campaña de conseguir chocolate y otros productos para poder hacer más de 200 huevos de pascua y rosca para los más de 200 chicos, que cada uno de ellos tenga lo suyo para poder compartir con sus familias”, resume.
Hace unos días comenzó la colecta y, hasta el momento, solo ha podido comprar mercadería para cocinar 50 huevos de chocolate y sus respectivas roscas. Todavía le faltan más de 200 y debe trabajar contrarreloj, ya que la idea es que ella misma cocine todo y pueda repartirlo para Semana Santa.
“Quiero empezar a prepararlos ahora, por eso estoy en campaña para poder comprar chocolates, confites y moldes para los huevos; así como también harina, huevos, levadura, azúcar y margarina para la rosca. La idea es que ese domingo de Pascuas los chicos vengan al merendero a buscar sus cosas y puedan comerlo en sus casas”, sintetiza.
Brisa Moyano está en plan de conseguir mercadería o dinero para poder comprar lo necesario para cocinar y elaborar personalmente los productos que repartirá.
Para los huevos de pascua necesita:
- Chocolate.
- Confites.
- Moldes.
Mientras que para la rosca de pascuas necesita:
- Harina.
- Levadura.
- Huevos.
- Azúcar.
- Margarina.
Quienes deseen comunicarse con Brisa Moyano para ayudar pueden hacerlo al 2634683980 (WhatsApp), mientras que también pueden colaborar vía Mercado Pago al mail moyanobrisas@gmail.com . En tanto, hay una cuenta en PayPal (https://www.paypal.me/merendero166) y hasta una cuenta en el Banco Nación. El número de cuenta es 4380912739, mientras que el CBU es 0110438130043809127397.
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