Uno no puede controlar las vueltas que nos depara la vida, pero sí puede elegir como afrontar cada desafío que se nos presenta. Un claro ejemplo de esto es Silvia Favaro, una maestra que en el ‘88 recibió un diagnostico que le cambió la vida: esclerosis múltiple. Pese al avance de la patología, la mendocina le buscó un nuevo sentido a su vida y de “grande” (61) descubrió su pasión, la pintura. Ahora sueña con que su arte llegue a Messi.
La mendocina es maestra de Matemática y Física, ejerció hasta que viajó a sus 25 años a Canadá para acompañar a su marido. Allí no trabajó ya que necesitaba revalidar el título, y el idioma era una traba. El dejar atrás Mendoza fue un proceso duro, por la distancia, la cultura, y las circunstancias; pero lo que Silvia no esperaba era el diagnóstico médico que recibió y le cambió aún más la vida.
Pero no se quedó con las palabras del médico, y acompañada por su esposo e hijos logró amigarse con la enfermedad para poder seguir disfrutando de su vida. Y en el camino, a sus 56 años descubrió su gran pasión: pintar. Con el pincel en su boca, la mendocina se volvió viral en el 2021 cuando inmortalizó a Lionel Messi levantando la Copa América (luego se animó a más, e hizo el cuadro con la Copa del Mundo).
Esclerosis múltiple: ¿qué es eso?
“Después del embarazo de mi primer hijo, Adriano, comencé con las dificultades de la enfermedad”, recordó, y remarcó que la llegada de este bebé le había alegrado sus días, ya que iba a ser una gran compañía porque su esposo trabajaba muchas horas. Pero esta felicidad se vió opacada cuando le notificaron de la enfermedad.
Silvia reconoce que fue “un golpazo porque no me sentía bien, no entendía nada. Me hablaban de esclerosis multiple y yo no lo había sentido nunca. Recuerdo ir con mi hijo a las consultas con el neurólogo y que me dijera: ‘Bueno yo tengo a la Jefa de enfermeras en el otro hospital que tiene esclerosis múltiple y está en silla de ruedas’. Yo me desayunaba ahí que iba a terminar en una silla de rueda, no podía dimensionar lo que estaba pasando”.
“Sentí como que el mundo se me caía encima”, reconoció y remarcó que “no sabía nada de la enfermedad”. Hoy en día se habla más sobre esta patología, pero la información que había hace 35 años era muy poca. En medio de toda situación, Silvia y su esposo definieron volver al país, pero se encontraron con otra piedra en el camino: el medicamente que la mendocina necesitaba, acá no existía.
Esto hizo que los brotes de la enfermedad deterioraran de manera agresiva su cuerpo: “Cuando llegué no existía remedio y tuve mucho brotes hasta que quedé en silla de ruedas. Después se estabilizó y terminé como estoy ahora: cuadripléjica moviendo la cabeza nada mas”. En el ‘94 se tuvo que “sentar en la silla de ruedas porque me costaba muchísimo caminar, pero aún movía un poco las manos, eso fue más lento y pasé a ser dependiente de otra persona”.
La esclerosis múltiple “es una enfermedad crónica y autoinmune que afecta a la mielina o materia blanca del cerebro y de la médula espinal, provocando la aparición de placas escleróticas que impiden el funcionamiento normal de esas fibras nerviosas”, detalla el sitio especializado CuidatePlus. Y dentro de los síntomas se destacan problemas de coordinación y equilibrio, debilidad muscular, alteraciones de la vista, dificultades para pensar y memorizar y sensaciones de picazón, pinchazos o entumecimiento.
En medio del caos, la compañía y el apoyo de la familia es clave
El aceptar la patología no fue sencillo para Silvia, pero reconoce que eso la ayudó a lograr todo lo que hoy en día tiene: “Fue horrible, la pase re mal. Es mentira el que te dice: ‘Yo de entrada supe que podía, que tenía que amigarme con la enfermedad, etc’. Al principio pasas por la negación, el enojo, por echarle la culpa a alguien o a una situación, ‘por qué esto a mi’ y creo que esto le pasa a todo el mundo”, sostuvo.
“Pasamos por miles de médicos, curanderos, mano santa, lo que te imagines. En aquel entonces se hablaba de un agua que había brotado en México que si la tomabas te curabas e hicimos de todo para conseguirla”, recuerda y destaca que todo esto hace que “te nubles y pierdas de vista lo que realmente tenés que ver para tratar de encontrar la solución en algo donde no está”.
Cuando llegaron a este punto, junto a su marido ordenaron prioridades y coincidieron en que sus dos hijos era la prioridad: “Eran chiquitos y teníamos que tratar de que crecieran felices, integrados en la sociedad. Empezamos a focalizarnos en la familia”, cuenta y se le ilumina la cara. En su casa no se escuchaba la excusa de “no porque mamá está enferma o no puede”, sino que en equipo siempre buscaban la manera de hacer todo lo que querían.
“Por ejemplo, cuando decían: ‘Vamos a la montaña’, íbamos. Ellos dejaban el auto apuntando al recorrido que iba a hacer y yo los miraba mientras escuchaba música. Participaba desde mi lugar y de la forma que podía en las actividades, eso fue el empezar a bajar un cambio, a amigarme con la enfermedad”.
Todo esto hizo que la cabeza de Silvia cambiara y en lugar de quedarse lamentando por lo que ya no podía hacer, comenzó a preguntarse qué quería y cómo lo iba a conseguir. Fue en este contexto que conoció la Asociación Mendocina de Esclerosis Múltiple (AMEM), y en medio de las tareas de rehabilitación, descubrió su gran pasión: la pintura.
Una pasión inesperada: de no saber dibujar a recrear paisajes increíbles con su boca
Silvia desde el 2012 participa en las actividades de AMEM, pero a la pintura llegó casi de casualidad: faltaba una persona para poder abrir el curso, y para que sus compañeras puedan disfrutarlo, aceptó unirse. “No pinté en mi vida”, repetía la mendocina, que sorprendió a sus conocidos y a ella misma al descubrir este amor y talento con la pintura.
Al no poder mover ni sus brazos ni sus pies, Favaro pinta con su boca. “Así empecé, sin saber nada. Era sumamente torpe para todo lo que era plástica, pintura, dibujo [...] Para mi también fue una sorpresa muy grande meterme en el taller y que después se transformara en una parte importante de mi vida”, reconoce y asegura que esto “es lo que mas me llena el alma, me voy del planeta, hago lo que realmente amo”.
“Empecé en el 2015 a pintar y en el 2016 me empezaron a insistir para que la mande a la Asociación Mundial de Pintores de Boca y Pie en Suiza para ver si me becaban”, recuerda y admite: “Dudaba, siempre tenía el ‘no’ como primera respuesta. No me sentía capaz, me faltaba confianza en mi misma; hoy en día creo que en todo me tengo mas confianza. Me hizo sentirme capaz, y me entusiasma a buscar proyectos y objetivos lógicos”.
Gracias al apoyo de una psicóloga, logró sacarse los miedos y mandó sus cuadros a Suiza; desde allá llegó una maravillosa respuesta: la becaron. “Esto significa que todos los meses me mandan dinero por tres años y yo tengo que mandar 15 obras durante ese tiempo”, explica y destaca la importancia de este ingreso: “Sentí que podía aportar a la familia. ‘Después de vieja artista’, le decía a todos, porque a los 56 años de golpe empecé a trabajar, a ayudar económicamente en mi hogar”.
Messi, una inspiración constante para Silvia: la historia de sus cuadros
Si bien los cuadros de Silvia suelen ser paisajes, que la hacen viajar y descubrir destinos impensados; en el 2021 una de sus creaciones se volvió viral y tenía como protagonista a Lionel Messi. Fue idea de su hijo, que le reclamó que no hacía ninguno de los dibujos que él le proponía.
Ante esta situación, la mendocina se propuso hacerlo y su familia grabó el proceso completo de la creación de “Sin limites”. Silvia destacó que en el capitán de la Selección Argentina no solo ve un gran jugador, sino que un ejemplo en todos los sentidos; y al mismo tiempo confesó: “Creo que vi como él no se quedó con el ‘no’ cuando tuvo problemas con la Argentina. Apoyado por su familia, no se quedó con el no, se fueron a otro país en donde le dieron la oportunidad de un tratamiento, de poder demostrar lo que él era y donde él se realizó como futbolista”.
“Yo no soy Messi, pero tampoco me quedé en el no, hice ese paralelismo y lo importante que es mirar una figura de este tipo y ponerla como ejemplo para poder superar esto”, comenta. Luego llegó el Mundial de Qatar, y en silencio, Silvia empezó a pintar al 10 levantando la copa y lo volvió a lograr: “Sueño cumplido”, así lo bautizó y señaló: “Nos inspira a que todos podemos plantearnos sueños y luchar por ellos, pensando que lo vamos a lograrlo”.
Silvia reconoce que “empecé a pintar porque mi hijo me lo pidió, pero después me enganché y dije: ‘Y por qué no llegar a Messi’. Estaría bueno que tuviera mis cuadros porque tienen un montón de retratos, pero bueno yo la pinté con la boca. Sería un sueño estar en su museo”, expresa y se ilusiona con poder hacerle llegar sus cuadros al rosarino.
“Se puede seguir, pero de otra manera”, la importancia de ponerse objetivo y mirar hacia adelante
La artista reconoce cuando analiza todo lo que logró en mas de una oportunidad se dice a si misma: “No puedo creer que haya hecho esto”. Un claro ejemplo fue cuando dijo en voz alta que quería volver a viajar en avión y estar en un all inclusive: “Me escuchó una amiga que organizó todo y nos fuimos cuatro mujeres una semana y la pasamos bomba”.
“Mirando mi vida, a la Silvia del pasado le diría que perdió mucho tiempo al estancarse en cosas negativas. Hoy me siento plena, muy feliz con lo que hago, con lo que tengo, con todo lo que logramos como familia. Analizando eso me digo: ‘Qué tonta que fui, como perdí tiempo en tal discusión o en no creer que podía hacer algo, en tantos pensamientos negativos’”, sostiene.
A pesar de que reconoce que esas actitudes poco constructivas la lastimaron, sabe que eran necesarias para llegar a donde está hoy: “Creo que sin vivir esa etapa no hubiera llegado a esta, es un continuo aprendizaje”. Enfocada en lo bueno y positivo de su vida, Silvia solo se permite mirar atrás para “darle una repasadita a su vida y usarlo como impulso”, proyectando nuevos objetivos.
“Si vos te pones en contra de la enfermedad, le das el pie para que haga lo que quiera con tu cuerpo; pero si vos la agarras de la mano, te amigas y caminas con ella seguramente logras más cosas. Los remedios que hay hoy día permiten que se frene mucho”, cuenta y remarca que “es cuestión de amigarse con la enfermedad, no volverse loco, no ponerse en contra, y de llevarla hacia donde uno le conviene”.
Ya no tan aventurera, reconoce que está “mas tranquila” y enfocada en su trabajo (y responsabilidad) con la asociación de Suiza y en su familia, para acompañar a sus hijos en cada paso que dan. Pero esto no hace que alce su voz cuando algo está mal o no corresponde: “No me quedo callada, siempre marco cuando veo que se comete algún atropello o no se respetan a las personas que tienen alguna situación específica. Todos somos iguales, tenemos los mismos derechos. [...] Si te quedas callada es como que consentís y aprobas lo que está mal”.
Si no se habla, se desconoce: la importancia de hablar de esclerosis
“Veo bien que se hable más y se haga ruido para que se conozca. La sociedad está un poco dormida ante este y muchas otras patologías; está dormida ante la mirada hacia otras personas que tienen un montón de necesidades o situaciones por las enfermedades y no se conocen”, señala la pintora y remarca que es importante saber para ayudar y crear una sociedad justa para todos.
Al mismo tiempo, deja como mensaje para todos que a pesar de los sobresaltos que la vida nos pueda plantear, hay que trabajar la cabeza para lograr ver el vaso medio lleno ya que “se puede seguir, pero de otra manera”. Sobre esto ejemplificó: “Vos podes haber jugado al futbol con tus hijos y de golpe te diagnostican esclerosis y no podes más. No vas a jugar, pero podes ser árbitro, sino técnico. La cosa es ‘con lo que yo tengo, que hago’”.
Y remarca la importancia de “ponerse objetivos pequeños, mirando para adelante”. Sin dudas la historia de Silvia inspira y nos hace reflexionar sobre nuestra postura ante la vida. Sin ocultar las trabas y malos momentos del inicio de su patología, la mendocina reescribió su historia con un pincel en la boca, mostrando que siempre hay una alternativa y remarcando la importancia de que estos casos se conozcan para ayudar a otros.
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