Una mendocina vende su casa porque le robaron todo y trataron de violarla

Los ladrones se llevaron hasta el inodoro y la mesada. Los perros la salvaron de la vejación. 

Una mendocina vende su casa porque le robaron todo y trataron de violarla
Rosa

Rosa es una mujer de Mendoza que desde hace tiempo es víctima de robos, los delincuentes le vaciaron la casa, se llevaron hasta la mesada y el inodoro. El viernes pasado trataron de violarla y fue lo que la llevó a tomar la decisión de poner en venta su vivienda.

Hace tiempo y como fruto de un sacrificio enorme, Rosa compró un terreno en Corralitos, Guaymallén, y allí levantó su casa. Cada cosa que obtuvo fue fruto de lo que se podía comprar con mucho sacrificio o gracias a donaciones. Desde hace un tiempo es víctima de reiterados robos hasta que le desmantelaron la casa, no queda más nada que las paredes. Es por eso que pide ayuda para poder irse del lugar.

El peor de los ataques lo sufrió el viernes, cuando intentaron violarla. "Me pidieron agua, salí a llevarle una botella y cuando iba llegando me dice: '¿Querés que hagamos el amor?'. Salí corriendo a buscar el teléfono para llamar a la Policía, pero el tipo ya estaba acá adentro. Me agarró a la orilla del horno, me bajó los pantalones, me sacó la bombacha, y me puso en cuatro. Me lastimó las rodillas y los codos", contó Rosa a El Siete de Mendoza.

Rosa en su casa de Corralitos.
Rosa en su casa de Corralitos.

Al ver a Rosa sometida, los perros atacaron al ladrón y violador. "Lo querían morder y él los pateaba. Cuando me soltó la boca para agarrar una piedra, ahí me zafé y salí por abajo. Corrí descalza", dijo en una nota que levantó Diario Uno. Y agregó:  "Cuando me tiraron ahí, que me arrodillaron se me vino todo el mundo a la cabeza, lo que deben sentir esas niñas cuando las violan y las matan. Y yo estaba solita y pedía auxilio, pero quién te va a auxiliar acá", recordó con dolor.

Gracias a los perros Rosa se salvó, pero al otro día, cuando volvió a su casa se encontró con que le habían llevado lo último que le quedaba: el lavarropas y la heladera. Antes ya le habían llevado la mesada, la taza del baño, el bidet, un televisor, una jarra eléctrica, un horno eléctrico y toda la ropa de cama.

"Tengo un dolor tan grande adentro que no puedo llorar. Mi hija me dice que me tranquilice, pero te duele porque es tuyo, no usurpado, no vivís de arriba. Todo lo tengo de mi sacrificio, he cuidado abuelos, y si uno tiene un poquito más ayuda a los hijos", aseguró Rosa, quien dijo que está dispuesta a "levantarse y seguir adelante", pero por eso pide ayuda para poder irse de ese lugar.