Las ruinas de las Minas de Hualilán son lo que quedó de un pasado que parecía muy prometedor para aquellos extranjeros que llegaban a la provincia en busca de oro y plata. Actualmente el silencio se adueñó del paisaje pero en alguna época, este sitio fue uno de los más explorados del departamento.
La actividad minera arranca casi con la misma historia de la provincia y este sitio es prueba de ello. Allí vivieron los Incas, primeros conocedores de la riqueza de estas tierras, quienes no contaban con agua ni tampoco tecnología para extraer el metal precioso.
Años más tarde, en 1872, una compañía inglesa que ya realizaba actividades extractivas en la provincia, desembarcó en Hualilán, que justamente en la lengua aborigen significa "tierra de oro".
Hoy, sólo quedan ruinas y leyendas, que son conocidas por los lugareños y que atrapan a los visitantes.
En Hualilán ya no quedan habitantes, pero hay quienes aseguran de que allí todavía rondan las almas de aquellos que trabajaron el metal. Como cuentan los lugareños, durante el periodo de las compañías inglesas, las minas eran trabajadas por los prisioneros de una cárcel que se hallaba en ese mismo lugar.
Según ellos, en la actualidad, sus almas rondan las ruinas. Sufridas y cansadas se hacen notar con gritos y gemidos, sonidos de cadenas y luces que se ven a lo lejos.
Más allá de los misterios y mitos que las ruinas de las Minas de Hualilán encierran, lo cierto es que su valor histórico es incuestionable. En medio de la nada, guardan un poco de historia e innumerables leyendas. Es por eso que el sitio fue declarado Patrimonio Cultural y Natural de San Juan.