Hay mucha tierra, basura alrededor, humo por la quema de cables y un cementerio israelita. Ahí se entrena Real Mendoza, un equipo que el año pasado empezó su participación en los torneos de la Liga Mendocina. En la semana se los ve corriendo a los chicos. A veces jugando fútbol, otras veces, esquivando balas.
No quieren materiales, no quieren plata. Lo que quieren es seguir jugando al fútbol en un lugar normal como cualquier otro chico de otro club para llegar de la mejor forma al fin de semana.
"Necesitamos un espacio físico. En invierno tenemos poco tiempo para entrenar por la luz. Tenemos muchas categorías. Otro tema es la inseguridad. Nos pasó unos meses atrás que pasaron dos chaboncitos en una moto, echando bala, la policía atrás, se caen en las vías del tren y se empiezan agarrar a los tiros. Los chicos no entendían nada. Tuvimos que decirles que se quedaran quietos y en el piso. Tampoco tenemos agua. La gente que viene y quema cables. Hemos encontrado agujas y remedios vencidos. Es un peligro. Necesitamos un lugar limpio, con baños. Dejamos de hacer fútbol femenino porque no puedo traer las chicas a este lugar. El agua nos la convida el señor del cementerio", cuenta la Pato, presidenta de Real Mendoza, a Diario Uno.
En el 2010 empezaron como una escuelita, pero se encontraron con la dificultad de que los chicos se iban a otros clubes por la edad. Muchas veces rebotaban por el rendimiento, quedaban a la deriva y presa fácil del alcohol, las drogas y la delincuencia. Por esa razón ingresaron a jugar a la Liga. Las planillas las paga la Municipalidad de Las Heras.
Los chicos buscan llegar a Primera aunque sea en la Liga Mendocina. Solo quieren un lugar para entrenar con normalidad y por algunas horas olvidarse de los basurales y las balaceras.