El Ministerio de Educación de la Nación, en trabajo conjunto con el Ministerio de Salud y el Consejo Asesor, presentó un modelo de indicadores epidemiológicos que revela el nivel de riesgo al que se expone la comunidad educativa al momento de regresar presencialmente a las actividades escolares. Dicho estudio se realizó tomando como punto de análisis las principales ciudades de la Argentina.
Mañana se analizará en una mesa de trabajo con representantes jurisdiccionales y especialistas la adaptación del indicador del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) a la realidad local, para que sea la ciencia la que se expida respecto del momento epidemiológico que atraviesan las principales urbes.
El Gran Mendoza será uno de los puntos analizados y para ello se realizará un exhaustivo estudio que tendrá en cuenta distintos aspectos. Medidas de transmisión comunitaria, parámetros que permitan establecer si la escuela está en condiciones de garantizar las medidas sanitarias necesarias, disponibilidad de camas de hospital ocupadas, entre otros aspectos, serán los puntos evaluados.
En la reunión, el titular de la cartera educativa, Nicolás Trotta, aseguró: "Tendremos que convivir con el COVID-19; como lo hemos planteado al momento de aprobar los protocolos marco, no se puede esperar a la vacuna para regresar físicamente a las actividades escolares. Somos fervientes promotores del regreso a las aulas porque si bien se ha logrado mantener la continuidad pedagógica -aunque de manera desigual-, entendemos que el impacto subjetivo en nuestras niñas, niños y adolescentes es profundo". Y agregó: "Buscamos activamente, desde el inicio, retornar a las aulas minimizando riesgos y garantizando la seguridad de nuestras chicas y chicos. Lo hemos logrado en diversas provincias teniendo que retroceder en tres de ellas".
El ministro luego agregó: "En las grandes ciudades la situación se complejiza por lo tanto hoy presentamos nuevos indicadores que permitan medir los riesgos de contagio y establecer parámetros objetivos para abordar con responsabilidad el momento adecuado del retorno seguro a las actividades escolares".
El indicador deberá ser aprobado por las ministras y ministros de las 24 jurisdicciones que conforman el Consejo Federal de Educación, como se ha procedido con el Protocolo Marco y los lineamientos federales para el retorno a clases presenciales en la educación obligatoria y terciaria.
Propuesta de nuevos protocolos
Estos protocolos fueron desarrollados por el Consejo asesor para la planificación del regreso presencial a las aulas y van a ser puestos a consideración del Consejo Federal de Educación.
En relación a los protocolos presentados, el del nivel inicial aborda los lineamientos particulares para 0-3 y 4-5 años de edad. Algunos elementos a destacar al respecto: se contemplan grupos de alrededor de 6 niñas y niños sin exceder los 8 por docente; la permanencia será de hasta 2 horas, privilegiando el uso de los espacios al aire libre; para la siesta, se prevé la disposición de colchonetas a 2 metros de distancia alternando pies - cabeza; en lo relacionado a los sectores de cambiado y preparación de alimentos, deberán ser bien delimitados entre sí y con respecto al resto de la sala; los espacios de lactancia también serán habilitados dentro de las normas sanitarias vigentes; entre otros aspectos.
Finalmente, con respecto a los protocolos para la educación técnica se propone, en primer lugar, priorizar prácticas esenciales que hacen al perfil profesional y establecer una instancia previa de participación a través de diversas estrategias y herramientas de comunicación digitales o virtuales. A su vez, se recomienda que la jornada formativa no supere las 4 horas, priorizando a los estudiantes del primer y último año, para el caso del nivel secundario. Se sugiere realizar un receso de 15 minutos cada 90 minutos para que las y los estudiantes y docentes se laven las manos y se puedan ventilar las instalaciones. También, se propone para la formación de grupos de prácticas que se conformen de acuerdo a la cantidad de metros cuadrados disponibles en los entornos formativos, con un estimado de un estudiante cada 4 metros cuadrados.