Mendocino se reencontró con sus hermanos luego de 44 años gracias a la escuela

No sabía leer ni escribir y comenzó a estudiar. En el colegio del barrio cordobés Los Robles le gestaron el reencuentro con sus hermanas.

Mendocino se reencontró con sus hermanos luego de 44 años gracias a la escuela
Después de 44 años

Rosendo Vargas nació en San Rafael, pero en la adolescencia se fue de su hogar. Dice que por controversias entre sus padres. Fue sin destino ni bitácora definida y llegó sin saber muy bien por qué a la ciudad de Córdoba, como tantos aventureros azarosos.

Deambuló por diferentes lugares y oficios, intentó conseguir trabajos serios, pero la condición de analfabeto le jugaba en contra. Recaló en una muy precaria vivienda de barrio Los Robles, que alquila y paga con su escasa jubilación y algunas tareas informales de changarín "en lo que venga", cuenta a Diario La Voz dle Interior de Córdoba.

A los 64 años se decidió a aprender a leer y escribir. Rosendo llegó entonces a la escuela Lino Acevedo, de ese mismo barrio Los Robles en la capital cordobesa. Fue en marzo pasado que con su bicicleta empezó a llegar cada noche al colegio.

Rosendo ya empieza a leer y a escribir. También saca cuentas. En la escuela de Los Robles ayer hubo festejo por inesperado y conmovedor motivo: los abrazos fuertes y largos de ese hombre con sus dos hermanas, más sus sobrinos y cuñados, que ni sabían que existían desde hace 44 años.

Rosendo suma dos historias conmovedoras en una. Aprender a leer y escribir cuando los demás empiezan a olvidarlo y reencontrarse con su familia, tras décadas sin vínculo alguno.

"Los profes y compañeros me ayudaron mucho y me preguntaban por mi historia. Entonces, les conté que me había ido de Mendoza de chico y que desde hacía 44 años no tenía ninguna noticia de mi familia. Ahí fue que empezaron a buscar por internet datos de mis familiares, para darme una mano, y llegaron a contactarse con mis dos hermanas de Mendoza. Es muy difícil explicar todo esto, todavía no registro este encuentro, es como que vivo en el aire, pero me siento muy feliz, agradecido, tuvimos una infancia muy dura y hoy reencontrarnos es muy fuerte", confiesa Rosendo.

Susana Flores, la directora del establecimiento educativo, no puede disimular el orgullo que le deparó la experiencia. "Para nosotros es una historia muy fuerte, a diario vemos a chicos que abandonan por falta de voluntad y objetivos y el caso de Rosendo para la comunidad educativa de este lugar y su barriada es ejemplar. Ojalá tuviéramos muchos Rosendos en todo el país", expresa la docente.