Esta vez el Valle de Uco no cuenta historias de vino y turismo, sino que demuestra otro rostro más de la pobreza.
Debajo de un puente de la ruta 40 Tunuyán, en total intemperie y a merced del intenso frío y las ratas, así transcurre sus días Miguel Cortez. El joven de 34 años trabajaba para una familia que, según sus declaraciones, lo explotaba laboralmente y además lo dejó sin techo. Hoy vive a la vera de la ruta 40 en condiciones inhumanas.
En el lugar solo tiene unos colchones viejos, un par de recipientes y un pequeño fuego que lo ayuda a combatir los fuertes fríos del día a día. “En estos momentos no tengo nada y peor aún, no me puedo mover de este lugar, porque si me muevo saben venir personas y me terminan tirando lo poco que tengo”, explicó el joven al diario El Cuco Digital.
Entre lágrimas, el hombre contó que la única ayuda que recibe es por parte de la iglesia: “Todos los días vienen dos chicas que me traen comida y cuando pueden y consiguen, algo de ropa”.
Por lo pronto el joven está dispuesto a realizar cualquier tipo de trabajo aunque su mayor experiencia está dada en trabajar maquinarias agrícolas y de campo.