Orando por su beatificación, recordaron en Jujuy al padre Tarcisio Rubín

La feligresía sampedreña conmemoró el 41.er aniversario del fallecimiento del misionero de la orden scalabriniana.

Orando por su beatificación, recordaron en Jujuy al padre Tarcisio Rubín
Con base en testimonios sobre milagros obrados por su intercesión, avanza a pasos firmes el proceso de beatificación del padre Tarcisio Rubín (a la derecha).

Mientras avanza su proceso de beatificación, la comunidad diocesana y la congregación scalabriniana recordaron en San Pedro de Jujuy con un triduo y misa, la vida y obra del misionero italiano Tarcisio Rubín, al cumplirse 41 años de su fallecimiento. El oficio religioso tuvo lugar en el cementerio Cristo Rey, donde descansan sus restos, en aquella ciudad distante a 63 km de la capital San Salvador de Jujuy.

En el marco de la conmemoración, el padre Jorge de la Cruz García Méndez confirmó que se encuentra en plena etapa de ejecución el proceso de beatificación del padre Tarcisio, para lo cual se continúa recabando testimonios y datos sobre los numerosos milagros que obró el sacerdote, que actualmente tiene el rango de Siervo de Dios.

Pbro. Jorge de la Cruz García Méndez,  párroco de Santa Teresita y Beato Juan Bautista Scalabrini, en la ciudad de San Pedro de Jujuy.
Pbro. Jorge de la Cruz García Méndez, párroco de Santa Teresita y Beato Juan Bautista Scalabrini, en la ciudad de San Pedro de Jujuy.

Nacido el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua (Italia), con 23 años Rubín fue ordenado sacerdote en la catedral de la Piacenza el 21 de marzo de 1953. Llegaría a la Argentina recién dos décadas más tarde, el 9 de abril de 1974, y al año siguiente a la zona del Ramal jujeño.

Recordando que en la preparación del Jubileo 2025 el papa Francisco pidió que este año esté dedicado a la oración, García Méndez dijo que “la segunda parte de la novena que estoy preparando para el padre Tarcisio, lo define como un hombre de oración, un mensajero para los sencillos y un sacerdote para los sacerdotes”.

“Ese es el testimonio que narra el padre Luciano Biaggio en el libro donde cuenta la biografía de Tarcisio, para quien la oración fue el alimento de la fe en su expresión más pura, fue un grito silencioso que surgió de su corazón, que creyó y confió en Dios”, subrayó, a la vez de asegurar que el padre Rubín vivió “plenamente la oración desde el silencio; confiando siempre en Dios y en la vida que nos da Él, nos enseñó a orar desde la Biblia”.

En la capilla del cementerio Cristo Rey, de San Pedro de Jujuy, descasan los restos del padre Tarcisio Rubín.
En la capilla del cementerio Cristo Rey, de San Pedro de Jujuy, descasan los restos del padre Tarcisio Rubín.

Señaló asimismo que “desde siempre, las comunidades jujeñas que compartieron un tiempo de vida con el padre Tarcisio Rubín lo definieron como un santo. Aseguraban que el misionero irradiaba santidad, no sólo en sus palabras, sino en la humildad de sus actos, en la entrega sin límite en su servicio a los pobres. Nunca esperó que los pobres llegaran a él, porque él mismo salía a buscarlos”, afirmó.

En ese sentido sostuvo que “para muchos trabajadores golondrinas, el padre Tarcisio fue la más fiel compañía” ya que “terminaba la zafra en el norte y los seguía a la cosecha de tabaco, de la uva en Mendoza, de la manzana en Río Negro, a las minas. Recorría miles de kilómetros para encontrarlos y atenderlos, no sólo espiritualmente, sino que, mientras trabajaban, era él quien les preparaba el almuerzo para sus hijos, que durante la zafra aguardaban, por aquel tiempo, bajo la sombra de los árboles”, describió el párroco de Santa Teresita y Beato Juan Bautista Scalabrini.

¿QUIÉN FUE TARCISIO RUBÍN?

Llegado a San Pedro de Jujuy en 1975, el padre Tarcisio Rubín fue figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en esa ciudad, desde donde canalizaron las actividades para la atención de los migrantes de toda la zona.

A fines de septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero desoyendo toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño: volver a Jujuy.

Al llegar a San Pedro, se dirigió a Libertador General San Martín, pero decidió seguir hasta la localidad de San Francisco, en el departamento Valle Grande. Al llegar, pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal que se aproximaba -el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís-, y decidió subir los cerros para a visitar a las familias de Alto Calilegua.

El padre Tarcisio Rubín, en los cañaverales de Jujuy acompañando a los obreros zafreros y sus familias, a fines de los años '70.
El padre Tarcisio Rubín, en los cañaverales de Jujuy acompañando a los obreros zafreros y sus familias, a fines de los años '70.

Nunca se rendía ante los desafíos, ni siquiera en vísperas de su partida definitiva. El 2 de octubre, la directora y un grupo de alumnos de la escuelita de Alto Calilegua fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Luego de celebrar la misa a las 21, se retiró a orar a la capilla.

Al día siguiente, el 3 de octubre de 1983, los niños encontraron su cuerpo sin vida, tendido frente al altar.

Fue difícil el descenso: algunos hombres hicieron una angarilla, donde colocaron el cuerpo para bajarlo desde el alto. Luego, los sacerdotes, al tomar conocimiento del deceso, realizaron las gestiones para su arribo a San Pedro de Jujuy, donde fue despedido por sacerdotes que llegaron de distintas partes del mundo.

Sus restos fueron depositados en la parte lateral del altar de la capilla del cementerio Cristo Rey.

“La imagen del misionero sigue siempre presente en la mente y en el corazón de las comunidades, que rezan para que pronto sea beatificado”, concluyó el padre García Méndez.

Con información de AICA