Como todos los años para esta época -antes de la pandemia, claro-, previo la Semana Santa la feligresía católica de Jujuy se ha venido preparando para peregrinar al Santuario del Abra de Punta Corral, un enclave de fe ubicado a 3.660 metros sobre el nivel del mar en las montañas del departamento Tumbaya, para visitar a la Virgen de Copacabana, llamada por los creyentes “La Mamita del Cerro”.
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Por lo general, el ascenso se puede realizar desde dos semanas antes de que la sagrada imagen de la Virgen sea descendida al pueblo de Tumbaya, donde permanecerá durante la Semana Santa.
Hay cuatro senderos posibles para llegar hasta aquellas alturas: uno por Tumbaya, con un recorrido de 22 km; otro camino, de 17 km, parte desde Maimará; el sendero que se inicia en Tunalito -paraje perteneciente a la jurisdicción de Purmamarca-, con una distancia a recorrer de 15 km; y otro desde Tilcara, con una distancia de 25 km.
Mucho se comenta acerca de que las distancias más largas son menos complejas e intensas que las rutas más cortas, que recorren terrenos más empinados y escarpados. Como sea, se recomienda a los peregrinos emprender la travesía sólo si cuenta con buen estado físico.
Laura Victoria Quintana es periodista y a sus 33 años quiso conocer ese lugar sagrado del que tanto escuchó durante toda su vida, por lo que decidió vivir por primera vez la experiencia sumándose este año a tres familiares que harían el ascenso a Punta Corral, y luego contar sus vivencias a Vía Jujuy.
POR TUNALITO, EL CAMINO MÁS CORTO, PERO NO MÁS FÁCIL
Este grupo de caminantes eligió para esta oportunidad el sendero de Tunalito, teniendo en cuenta que por disposiciones sanitarias de la Provincia, no se puede pernoctar en el Abra. Este circuito hace posible subir y bajar en el día.
El paraje Tunalito se encuentra siete kilómetros al norte de Purmamarca, sobre la Ruta Nacional 9. Apenas iniciada la caminata, asoma la primera prueba para el temple del peregrino: debe atravesar el río Grande mojándose los pies en las frías aguas de su cauce.
La distancia desde la ruta hasta el Abra es de quince kilómetros. El camino presenta mucha piedra, sectores en donde predomina la laja; mucha arena con guijarros, una textura que provoca resbalones a los desprevenidos. Con lo empinado del sendero se van sucediendo también los precipicios.
Con esas dificultades, es recomendable utilizar varas o bastones para escalar -unos usan cañas o palos; otros, bastones de PVC o aluminio- para ayudar a mantener el equilibrio del cuerpo tanto en el ascenso como en el descenso.
LLEGAR, UNA DEMOSTRACIÓN DE FE. VOLVER, UNA CUESTIÓN DE ORIENTACIÓN
Recuerda Victoria que desde niña escuchó decir que “la Virgen no te deja llegar si no vas con fe; que de acuerdo a como hayan sido los pecados y el nivel de arrepentimiento, cuesta más o menos el camino; que la Virgen se enoja si no subiste los tres años seguidos por el mismo lugar”.
Para el ascenso los promesantes demoraron unas siete horas. Habiendo partido a las 8:30, a mitad de camino hicieron un descanso de una hora y media para almorzar e hidratarse. Al santuario arribaron a las 15:30.
El grupo ingresó a la capilla para rezar y agradecer a la Madre haber llegado en perfectas condiciones. Luego descansaron y se refrescaron bajo los árboles de la plazoleta que está en frente.
A las 16:00 emprenden el regreso, que les demandó cinco horas y media. Podría haber sido más breve, dice Victoria, pero “al llegar a la última cruz blanca del sendero de regreso, oscureció”, relata.
La noche sorprendió a los promesantes y perdieron el rumbo, lo que provocó que caminaran, al menos, una hora y media más hasta llegar al río.
Más que perderse “fue como un desvío”, dice Victoria riéndose. “Es la primera vez que camino tanto. Casi un día de caminata, ahora que lo pienso”, agrega.
Confiesa no haber sentido miedo “y tampoco dudas con respecto a que podía llegar (hasta el santuario). Tenía fe de que lo podía hacer”, remarca, y entonces habla de la exigencia física que, por un lado, implica la travesía, y lo gratificante al espíritu que significa la experiencia de ir al encuentro de “La Mamita del Cerro”.
La protagonista del relato entrena tres veces por semana y a veces sale a correr o andar en bicicleta. Caminar por entre los cerros de Tumbaya para llegar al Abra de Punta Corral “es diferente. Son muchas horas de caminata, a veces aplicando la fuerza en la subida, exigiendo el cuerpo a hacer fuerza y a la vez aplicando la resistencia. La subida es cansadora, pero la bajada es estresante, pensando en no resbalar y estando muy atenta al precipicio”.
Pero “más allá de todo eso y de los miedos internos, el lugar desafía tu fe y la reafirma”, por lo que resulta una “hermosa experiencia” espiritual, resume.
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Este domingo, como es tradición cada Domingo de Ramos, en masiva peregrinación la feligresía acompañó la “bajada” de la Virgen de Copacabana al pueblo de Tumbaya -50 km al norte de San Salvador de Jujuy-, donde permanecerá por el lapso de un mes para que quienes quieran visitarla en este tiempo litúrgico de la Semana Santa pueda hacerlo en el templo parroquial del lugar.
En tanto, este lunes los peregrinos de Tilcara realizarán la misma travesía llevando sus agradecimientos y pedidos a la “Mamita del Cerro”, para luego descender el miércoles 13, al son de la música de las numerosas bandas de sikuris.