Todos los días del año en la ciudad de Humahuaca -a 130 km de San Salvador de Jujuy-, exactamente a las 12:00 hace su aparición desde el interior de la hornacina que la guarda en la cara norte del edificio del Cabildo, la figura de San Francisco Solano, que para asombro de los turistas sale y repite el ritual, desde 1940: levanta la mano izquierda, en gesto de evangelizar extiende su crucifijo y luego imparte la bendición con la mano derecha.
Pero este miércoles, la gran cantidad de visitantes que recorren la Quebrada de Humahuaca, tuvieron la oportunidad de prensenciar, ser testigos y protagonsitas, además un singular espectáculo, que resultó una verdadera perla para sus vacaciones de invierno en Jujuy.
Una silenciosa nevada comenzó a caer sobre sus cabezas y el apacible paisaje aproxidamente a las 13:00, suceso por el que hasta los propios vecinos humahuaqueños salieron a las calles del pueblo para disfrutar del fenómeno.
El día había comenzado con un registro de -6°C pasadas las cinco de la madrugada, luego el termómetro experimentó un ascenso que llevó la marca a los -3°C cerca de las 8:00, para llegar a 7°C antes del mediodía. Al momento de la nevada la sensación térmica era de 6°C.
A pocos metros del Cabildo se encuentran los primeros peldaños de la extensa escalinata que conduce a la explanada del imponente Monumento a los Héroes de la Indepedencia. El sitio se fue poblando de turistas y vecinos, quienes desde allí podían apreciar la caída de los copos blancos y una vista, inusitada, que desde esa perspectiva se tenía de la ciudad y sus montañas que la circundan.
Gradualmente los techos de las casas bajas fueron cargándose de nieve, lo mismo que los churquis, las tuscas y los cardones que se lucen a los costados del complejo escultórico, a la vez que los cerros se fueron apagando tras una tenue cortina blanca.
El paisaje cobró otra dimensión, mientras los contingentes tomaban fotos y filmaciones, demorando el almuerzo que los esperaba en los restaurantes. El inesperado espectáculo bien valía la espera, y la recompensa sería quizá un locro tradicional quebradeño, o una cazuela de llama, tamales, picante de pollo, sopa de maní y demás especialidades de la gastronomía andina que también sorprende gratamente a los viajeros.