En una reñida elección, Lula da Silva derrotó a Jair Bolsonaro por 1,6 puntos de ventaja en el balotaje de este domingo y se convirtió en el nuevo presidente de Brasil.
El Tribunal Superior Electoral informó que contabilizadas 98,91% de los sufragios, Lula obtiene el 50,83 frente al 49,17% de Bolsonaro. La diferencia es de poco más de 1.860.000 votos.
Lula pasó a Bolsonaro después de recortar una ventaja inicial de más de 10 puntos a favor del actual presidente. El líder ultraderechista lideró en la primera parte del conteo y solo fue superado por su rival con poco más del 67% del escrutinio, cuando comenzaron a ser contabilizados los votos de las pequeñas ciudades y de las regiones periféricas.
Según la TV Bandeirantes, la abstención alcanzó en este balotaje al 20,50%, menor que la del primer turno cuando alcanzó el 20,91%. Unos 156 millones de brasileños estaban habilitados para votar hoy.
“Democracia”, escribió Lula en un tuit casi al final del escrutinio dónde se ve su mano derecha sobre la bandera del país vecino.
Cristina Kirchner saludó por Twitter a Lula da Silva
Minutos después de conocerse que Lula da Silva era el nuevo presidente electo de Brasil, la vicepresidenta Cristina Kirchner lo felicitó desde su cuenta de Twitter.
“Hoy más que nunca, amor y mucha felicidad. Gracias pueblo del Brasil. Gracias compañero Lula por devolverle la alegría y la esperanza a nuestra América del Sur”, escribió Cristina Kirchner.
Qué datos arrojaban las encuestas
La mayoría de los sondeos situaba a Lula en cabeza, aunque los analistas coincidían en que el margen se había estado estrechado en las últimas semanas.
Durante meses pareció que Lula se encaminaba a una victoria fácil impulsada por la nostalgia por sus mandatos, cuando la economía brasileña crecía y los programas sociales sacaron a decenas de millones de personas de la pobreza. Pero en las elecciones de primera ronda el 2 de octubre, Lula fue el más votado de los 11 candidatos con un 48% de los sufragios, mientras que Bolsonaro fue segundo con un 43%, lo que mostraba que las encuestas habían subestimado de forma considerable la popularidad del presidente.
Muchos brasileños vieron con buenos ojos la defensa de los valores sociales conservadores que ha hecho Bolsonaro, y el ex mandatario ganó apoyos con un gran gasto social.
En Brasil, los candidatos que lideran la primera vuelta tienden a ganar en segunda. Pero el politólogo Rodrigo Prando señaló que esta campaña fue tan atípica que no se podía descartar un triunfo de Bolsonaro.
Las campañas de Bolsonaro y Da Silva
Los candidatos han hecho pocas propuestas para el futuro del país más allá de afirmar que mantendrán un gran programa de subvenciones para los pobres, pese al escaso margen fiscal. Han cruzado críticas y lanzado campañas de desprestigio en internet, aunque los ataques procedentes del bando de Bolsonaro son considerablemente más numerosos. Sus cuatro años en el cargo se han visto marcados por un abierto conservadurismo y la defensa de valores tradicionales cristianos. Afirmó sin pruebas que el regreso de Lula al poder conllevaría comunismo, legalización de drogas, abortos y la persecución de iglesias.
Lula se centró en la criticada gestión de Bolsonaro de la pandemia del COVID-19 y dijo que el presidente no cuidó de los más necesitados. También describió a Bolsonaro como un enemigo de la selva amazónica, ya que quitó poder a las autoridades ambientales y su mandato coincidió con un aumento de la deforestación.
En sus videos de campaña, Lula también criticó a Bolsonaro por una estrategia que desvió miles de millones a legisladores para sus proyectos personales a cambio de apoyo político. Se conoce como el “presupuesto secreto’' debido a la falta de transparencia sobre el destino final del dinero, y Lula dijo que había mermado los fondos para gastos sociales importantes. Pero para muchos, el historial del Partido de los Trabajadores de Lula es igual de indeseable. Una amplia investigación reveló la implicación del partido en enormes escándalos de corrupción que implicaban a ejecutivos y políticos de primer nivel.
El propio Lula estuvo 19 meses en prisión por corrupción y lavado de dinero. La Corte Suprema anuló su condena en 2019 con el argumento de que el juez no había sido imparcial y conspiró con la fiscalía. Eso no impidió a Bolsonaro recordara las condenas a los votantes. “Un posible regreso de Lula sería como dejar que un ladrón regresara a la escena del crimen”, advirtió el mandatario.
La enorme movilización digital del presidente se hizo evidente en los últimos días cuando su campaña introdujo nuevas -y no demostradas- acusaciones de posible manipulación electoral. Eso reavivó el temor a que Bolsonaro pudiera impugnar el resultado electoral si pierde, como hizo el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, al que admira.
Durante meses afirmó que las máquinas brasileñas de voto electrónico son propensas al fraude, aunque nunca presentó pruebas, ni siquiera después de que la autoridad electoral le diera un plazo límite para hacerlo. Más recientemente, las acusaciones se centraron en el espacio reservado en medios a los avisos políticos.
La campaña de Bolsonaro afirmó que las emisoras de radio no habían emitido más de 150.000 anuncios electorales y afirmaron que eso podría derivar de un plan deliberado de debilitar su candidatura. La autoridad electoral rechazó abrir una investigación debido a la falta de pruebas. ”No sabemos si este resultado será cuestionado o no, y hasta qué punto’', dijo Carlos Melo, profesor de ciencias políticas en la Universidad Insper de Sao Paulo. “Es una segunda ronda muy dura y un domingo muy tenso, y las tensiones podrían continuar más allá de hoy’'.