En Argentina, el pistacho se ha convertido en una verdadera estrella gastronómica. Desde helados y pastelería hasta salsas y snacks gourmet, este fruto seco ganó protagonismo en múltiples preparaciones por su sabor distintivo y su perfil saludable.
Los frutos secos son un clásico en las alacenas, el pistacho se posiciona entre los favoritos, junto con las almendras y las nueces. Rico en nutrientes y reconocido por sus beneficios para la salud, su consumo moderado es ideal para picar entre horas o sumar a diversas comidas. Sin embargo, no todo es positivo: es clave conocer cómo puede afectar a los riñones, especialmente en personas con enfermedades renales.

Este fruto seco se destaca por su alto contenido de calcio, superando incluso a alimentos lácteos tradicionales como la leche y el yogur. También es rico en hierro, lo que lo convierte en un buen aliado para prevenir la anemia, una condición que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta al 15% de la población global. Gracias a su perfil nutricional, es una alternativa ideal para quienes desean incorporar minerales esenciales a su dieta.
Este es el impacto de comer en exceso los pistachos, el fruto seco de moda
Aunque los pistachos aportan múltiples beneficios para la salud, especialistas advierten que contienen dos minerales que pueden representar un riesgo para personas con enfermedades renales: el potasio y el fósforo. En condiciones normales, estos minerales se eliminan del cuerpo a través de los riñones. Sin embargo, cuando estos órganos no funcionan adecuadamente, su acumulación puede provocar desequilibrios peligrosos en el organismo.
En su informe La alimentación en la enfermedad renal crónica, la Escuela de Pacientes de La Rioja subraya la importancia de los riñones en la regulación de minerales como el sodio, el fósforo y el potasio. En pacientes con función renal comprometida, estos elementos pueden acumularse y alterar el equilibrio interno del cuerpo.

En general, el consumo de pistachos no representa un riesgo para la mayoría de las personas, siempre y cuando se respeten las porciones aconsejadas. No obstante, quienes sufren de enfermedad renal crónica deben prestar especial atención a su ingesta, ya que un exceso podría generar complicaciones. Por eso, en estos casos, se recomienda acudir a un profesional de la salud que pueda indicar la cantidad adecuada según las necesidades y condición de cada paciente.