¿Sabías que esas cerdas azules o verdes no están ahí solo por diseño? Millones las ven a diario, pero pocos conocen su verdadera función. La razón podría cambiar la forma en que te cepillás los dientes para siempre.
No es estética: este detalle tiene un propósito oculto
Cuando elegimos un cepillo dental solemos fijarnos en la dureza o el tamaño del cabezal. Sin embargo, muy pocos prestan atención a las cerdas de colores, esas que están estratégicamente colocadas en el centro o en los bordes. ¿Decoración? Para nada. Están ahí por una razón clave.

¿Para qué sirven realmente las cerdas de colores?
La mayoría de las personas cree que esos colores son solo parte del diseño. Pero su función es mucho más práctica: Indican la cantidad exacta de pasta dental que debés usar.

Nada de llenar todo el cepillo de dentífrico como muestran los anuncios. Lo ideal es solo cubrir esas cerdas teñidas. Esa pequeña porción es suficiente para una limpieza efectiva, sin exagerar ni desperdiciar producto.
¿Qué pasa si usás más pasta de la necesaria?
- Podés tragar flúor sin darte cuenta (especialmente peligroso en niños).
- Gastás más producto de lo necesario.
- Perdés el enfoque en lo que realmente importa: la técnica de cepillado.
¿Cuándo deberías cambiar tu cepillo?
No es para siempre. Si las cerdas están abiertas o deformadas, ya no limpian bien. Cada 3 a 4 meses, o incluso antes si estuviste enfermo (como con gripe o infecciones en la garganta). Si tuviste fiebre, dolor de garganta o cualquier infección bucal, lo mejor es tirar ese cepillo y empezar con uno nuevo, aunque parezca intacto. Así evitás reinfecciones y cuidás la salud de toda tu familia. Además, los odontólogos hacen hincapié en que es más importante la calidad del cepillado que la cantidad y recomiendan:
- Movimientos suaves
- Dos minutos completos
- Todas las superficies
