La continuidad de la sequía, la expansión de la gripe aviar, la caída en la recaudación impositiva, y la inflación corriendo muy por encima de las expectativas oficiales, complicaron el escenario y obligaron a la Argentina y al Fondo Monetario Internacional (FMI) a prolongar las negociaciones para cerrar las nuevas pautas del acuerdo de Facilidades Extendidas vigente.
En principio, el organismo multilateral sólo aceptaría modificar el mínimo de reservas a acumular por el Banco Central y su progresión anual, manteniendo sin modificación la obligación de reducción de déficit fiscal a 1,9% del PBI y de emisión monetaria al 0,6%.
Pero la letra definitiva se conocería el próximo lunes, según fuentes del Ministerio de Economía que participan en las negociaciones.
El fin de semana pasado en la India durante la reunión del G20, la titular del FMI, Kristalina Georgieva, le confirmó al jefe del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, que la cuarta revisión estaba aprobada y que serían girados los U$S 5.000 millones correspondientes.
Ya con un panorama complicado, durante esos días se discutió la modificación en el acopio de tenencias del BCRA, pero los datos negativos se fueron acumulando y ahora se están recalibrando los números.
Primero fue un informe de la Bolsa de Comercio de Córdoba que advirtió sobre la merma en la cosecha y en las últimas horas se sumó otro análisis negativo de la Bolsa de Cereales de Rosario. Esta institución estimó que la recolección de soja será de apenas un tercio de la proyectada al inicio de la campaña por efecto de la falta de agua. El balance de febrero podó 4 toneladas más respecto a la estimación de enero agudizando la tendencia.
Además, afirmó que se perdió la producción en un millón de hectáreas, con una baja del rinde de 24 quintales por hectárea a 18,2 quintales por hectárea.
Para esta entidad durante el mes pasado también se desmoronaron las producciones de maíz tardío, con una reducción del rinde de 72 quintales por hectárea a 48.
“En la región núcleo, con un escenario normal de clima se esperaba producir 19,7 millones de toneladas de soja. El 9 de febrero la estimación bajó a 10,4 millones y el 2 de marzo, se estima que serán solo 6,5 millones. Lamentablemente, no hay lluvias a la vista que permitan ponerle un piso definitivo a la cosecha”, señaló la Bolsa de Cereales de Rosario.
Esta dramática situación y una perspectiva desfavorable provocaron una disminución en el patentamiento de maquinaria agrícola. Según ACARA, en febrero se inscribieron 32 cosechadoras, 299 tractores y 21 pulverizadoras, que implica una reducción de 21,4% interanual.
Por otra parte, en los últimos días se produjo una expansión de la gripe aviar que obligó al cierre de las exportaciones. Hasta la fecha SENASA confirmó 30 casos positivos y recuperar las ventas al exterior a pleno puede demandar hasta seis meses. Los despachos del complejo avícola generaron en 2022 ventas por unos U$S 388 millones y se esperaba un alza de 21% para 2023. Si bien no es equiparable por lo producido por otras actividades agropecuarias del país, en un contexto de avidez de dólares cualquier recorte sí “mueve el amperímetro”.
Al promediar la semana la AFIP dio a conocer la recaudación que ascendió a $ 2,13 billones con una caída real (ajustada por inflación) cercana a 9%.
Esta baja complica el esquema de ingresos y gastos proyectados y debe ser compensada con un nuevo recorte presupuestario. La acumulación de desequilibrios no es compatible con la meta de déficit de 1,9%.
Un estudio de la consultora Analytica señaló que en febrero el gasto real devengado alcanzó a 3,8% del PBI. Consultado por este medio, su director, Claudio Craparulo, indicó que la caída real del gasto acumulada en el primer bimestre es de 8,9%. Por cierto, es un porcentaje muy por encima del 1,9% anual, pero que resulta indispensable alcanzar en esta época del año dado que con el correr de los meses este colchón se irá diluyendo.
El otro dolor de cabeza para las autoridades económicas es la tasa de inflación, ya que los estudios privados la ubican en torno al 6% para febrero y sin mostrar signos de desaceleración para marzo.
Para la consultora LCG, la suba de los alimentos en la cuarta semana de febrero equivale a una inflación mensual de 5,9%.
Massa apostaba a llegar a marzo con una tendencia decreciente y la ilusión de que la tasa de inflación en abril se ubique debajo del 4%. Sin embargo, los datos al momento transforman en imposible ese objetivo.
Pese a esta situación el FMI mantendría sin cambios la proyección de 60% de inflación incluida en el acuerdo, ya que es una meta “testimonial” y no está sujeta a estricto cumplimiento.
El único frente que se mantuvo controlado, y que en el equipo económico destacan como relevante, es la estabilidad de los distintos tipos de cambio.
Con este nuevo marco económico, en las próximas horas el Gobierno y el FMI deberán cerrar las nuevas pautas a cumplir por el país en 2023.