El viaje de la delegación del Ministerio de Economía que tenía previsto llegar hoy a Washington para continuar con las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) postergó su partida y crece la incertidumbre por la negociación para redefinir las nuevas pautas del acuerdo.
“Las conversaciones seguirán de manera virtual hasta que se acerquen las posiciones”, señalaron fuentes del Palacio de Hacienda, lo cual muestra las marcadas diferencias que existen entre las exigencias del FMI y lo que el gobierno argentino está dispuesto a aceptar.
Esta semana la Argentina debe pagarle al FMI U$S 2.700 millones, en dos vencimientos: U$S 927 millones el miércoles 21 y U$S 1.787 millones el jueves 22.
Estos pagos estaban calzados con un desembolso de U$S 4.200 millones que el FMI debía realizar tras la aprobación de la quinta revisión del acuerdo correspondiente a las metas firmadas para el primer trimestre de este año.
Las diferencias entre ambas posturas definieron esta nueva prórroga. Cabe recordar que en principio la delegación iba a viajar el fin de semana del 12 de junio, luego se postergó para este fin de semana y ahora no hay nueva fecha para esa partida que debía definir los últimos tramos de la renegociación en curso.
Por estas horas Massa define qué hacer con los vencimientos, debido a que el Banco Central carece de las reservas necesarias para hacer frente a esas obligaciones.
Entre las opciones para sortear esta situación existe la alternativa de una prórroga consensuada de los vencimientos, tal como sucedió a fines de marzo.
La otra alternativa es que el gobierno especule con la utilización de los períodos de gracia que todo vencimiento tiene y en ese tiempo llegar a un acuerdo.
Desde el Ministerio de Economía evitaron adelantar cuál será la decisión, mientras que el FMI aguarda que se cumplan los plazos y también esquiva una declaración oficial.
Lo único claro es que ambas partes deberán buscar un punto en común dentro de la negociación dado que la opción del default con el FMI complicaría muchos más las cosas.
En ese caso el actual convenio se daría por “caído” y una nueva negociación se haría en un escenario muchísimo más complejo desde las normas legales del organismo.
Una señal de lo tensa de la relación con el FMI la dio el último viernes la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando denunció que el organismo mantiene “una pistola en la cabeza” de la Argentina y pidió un amplio acuerdo político para encarar la relación.
Sin dudas no fue una frase de ocasión o de oportunismo político, sino que era la expresión de una situación cada vez más complicada.
Entre los pedidos del FMI que la Argentina no estaría dispuesto a cumplir es una devaluación directa y no el crawling peg que viene ejecutando el Banco Central con mini devaluaciones diarias.
El organismo a cargo de Kristalina Georgieva no parece dispuesto a desembolsar más dólares para que se financie un tipo de cambio oficial que mantiene una brecha de entre 80% y 90% con las cotizaciones financieras y la marginal.