Las restricciones a importaciones provocan escasez de insumos en industrias fuertes como la automotriz. Sin embargo, el Gobierno niega las trabas generalizadas mientras prepara más controles ya que tiene como objetivo lograr un récord de u$s 100 mil millones de exportaciones este año.
Las importaciones actuales son récord: crecieron 44,6% anual en los primeros siete meses del año, alcanzando los 49.611 millones de dólares. En el Gobierno entienden que no existe un problema generalizado para importar, aunque reconocen que hay situaciones específicas con sectores determinados que sí están afectados por las trabas.
Al descomponer las importaciones se observa que en 2022 el 28,2% fueron productos primarios (mayoritariamente insumos), contra el 27,9% de 2021. Las manufacturas de origen agropecuario (MOA) bajaron del 42,4% al 38,3%; y las de origen industrial (MOI) aumentaron del 24,4% al 25%. El rubro combustibles y energía (CyE) pasó del 5,4% al 8,5% del total importado.
Por eso las trabas cambiarias complica mucho a algunos sectores pero no se ve un impacto en el indicador general de importaciones. Esas trabas indican que -dependiendo del producto- si una empresa está 105% o 115% por encima de lo que compró el año pasado, el excedente lo tiene que financiar. Y no todos los rubros consiguen crédito. Por eso, en muchos casos, los productos no vienen.
El 14,6% de lo que entró al país entre enero y julio fueron bienes de capital demandados para apuntalar el crecimiento de actividad. El resto fueron insumos y bienes de consumo. En Economía hablan de un “reordenamiento” porque había empresas anticipando compras para stockearse, aprovechar el tipo de cambio.
Es uno de los efectos de la brecha cambiaria. El tipo de cambio mayorista para el comercio exterior es de 137,65 pesos. Pero en la venta local, las compañías operan a un tipo de cambio que oscila entre el “solidario” de 252 y el contado con liquidación de 296 pesos. También las firmas que no consiguen las divisas en el Banco Central, van a la Bolsa y pagan más.
Medidas sobre importaciones
El ministerio de Economía, con Sergio Massa a la cabeza, ya tiene decidido ampliar la lista de bienes de consumo (serían unos 35) que pasarán a estar fuera del régimen de compras automáticas. Las empresas que quieran importarlos tendrán que pedir permiso y esperar la autorización.
Las modificaciones se concretarán sobre posiciones arancelarias de los considerados “bienes de lujo” aviones, barcos de uso privado, helicópteros y hasta whisky. Y se sumarán artefactos para minar criptomonedas, parlantes, tragamonedas y martillos eléctricos. Según el Gobierno, las compras de estos venían muy por encima del promedio de las importaciones.
Massa quiere poner la lupa sobre todo. Por eso ordenó avanzar con un control minucioso sobre los insumos, para evitar que se frenen los que hacen falta para la producción de bienes pero también para evitar “avivadas” o forzar la sustitución, dado que algunos de esos insumos también se producen fronteras adentro.
Por eso, habrá cambios sobre el régimen de admisión temporal (decreto 1330/2004) que rige a este sector, que en los primeros siete meses acumuló compras por 3.786 millones de dólares, de los cuales 1.633 millones fueron porotos de soja para hacer aceite y harina ante el freno en las ventas de productores locales.
¿Sobrefacturación de exportaciones?
Al asumir el 3 de agosto, el ministro de Economía, Sergio Massa, les ordenó a la AFIP y a la Aduana que hagan “sintonía fina” con el Banco Central para determinar los casos de sobrefacturación de exportaciones y subfacturación de importaciones, porque eso golpea la balanza comercial en momentos de escasez de divisas.
Una de las áreas del gobierno que más interacción tiene con las empresas del comercio exterior es la Cancillería. Allí tienen la misión de apuntalar la internacionalización de las empresas argentinas y localizar inversión extranjera directa en el país para diversificar la matriz exportadora y tener saldo positivo para usar los dólares para el resto de la balanza de pagos.
Cecilia Todesca Bocco, secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, comentó que “está claro el efecto producido por la brecha cambiaria” sobre el comercio exterior. Pero, dijo, en materia de sobrefacturación “no hay un problema generalizado, sino solo casos puntuales que se están investigando”.
“No vemos un problemón general de sobrefacturación”, dijo Todesca Bocco sobre las maniobras que hacen algunas empresas para acceder a un cupo mayor de dólares al precio oficial. Y agregó: “No vemos malestar en las empresas. ¿Problemas? Sí, claro, hay problemas con la inflación, los costos logísticos, con que si te toca uno de los rubros de importación sobre lo que se exige financiación para comprar más que el año pasado, te puede generar un dolor de cabeza. Pero el Banco Central se sienta con cada una de esas empresas. Son números agregados, esto no es un relato gubernamental”.
Freno de actividad
La actividad económica creció 6,3% en el primer semestre. Ahora, se espera una desaceleración. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dijo que el país crecerá 3,5% para 2022, por encima del 2,7% promedio esperado de la región, en un contexto de inflación global y endurecimiento de las condiciones financieras.
“Este año vamos a crecer, aunque no todo lo esperado. Es muy difícil desacoplarse del fenómeno internacional de desaceleración. Porque además, el shock de precios internacionales generó una respuesta de las políticas monetarias de los países centrales, con aumento de la tasa de interés y eso enfría la economía global”, dijo Todesca Bocco en una rueda de prensa de la que participó este medio.
Por estos días se vive además el fenómeno llamado “fly to quolity” (vuelo a la calidad). Los inversores financieros se están desprendiendo de activos de mayor riesgo en busca de posiciones menos riesgosas, como la deuda estadounidense. Toman el camino de regreso a sus países de origen o a mercados que les permitan reducir riesgos ante incertidumbres políticas o económicas. Y esto golpea a emergentes como la Argentina con menor financiamiento para sus empresas.
Todesca Bocco señala que ese es el contexto global actual, tras la pandemia de Covid-19 y la invasión militar de Rusia a Ucrania (lo que disparó los precios de la energía). Entiende que desde septiembre habrá una descompresión en el frente cambiario porque se reducirán drásticamente las importaciones de energía (que este año consumieron 3.500 millones de dólares más). Pero ve que el freno de actividad en el segundo semestre es inevitable.
“En materia de exportaciones, hasta aquí, vemos una elasticidad interesante, sobre todo teniendo en cuenta que Brasil no está creciendo mucho. Este año vamos alcanzar el récord de 100.000 millones entre bienes y servicios. Y hay expectativas de más expansión para 2023. En los próximos días tendremos las proyecciones”, dijo la funcionaria.