La comunidad deportiva argentina y el país lamentan la partida de Alejandra “Locomotora” Oliveras, quien falleció este lunes 28 de julio a los 47 años. La boxeadora, figura emblemática en el cuadrilátero, fue ingresada al Hospital José María Cullen en Santa Fe el pasado 14 de julio.
Su internación se dio tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico (ACV), que le provocó la pérdida de movilidad en el lado izquierdo de su organismo. Desde su llegada, el cuadro clínico fue calificado como “crítico”, y tras dos semanas de lucha, falleció. Estudios revelaron una obstrucción arterial que impidió el flujo sanguíneo a una parte del cerebro.
Murió la Locomotora Oliveras: cuál es su vínculo con Córdoba
Nacida en El Carmen, Jujuy, Alejandra Oliveras forjó una conexión inquebrantable con Córdoba, provincia donde se crió. Fue en esta tierra donde la futura campeona dio sus primeros pasos en el boxeo profesional.
Su debut ocurrió el 12 de agosto de 2005 en General Levalle, logrando una victoria por nocaut frente a María del Carmen Potenza. Más tarde, la boxeadora sumaría otro logro significativo en la región: el 12 de agosto de 2011, se consagró campeona mundial peso pluma de la AMB al derrotar a Liliana Palmera en Río Cuarto. La vida en esta localidad fue clave para su desarrollo deportivo.
Córdoba no fue solo escenario de sus victorias, sino también su hogar y refugio, un lugar de paz lejos del ajetreo mediático. La deportista residía en un cómodo dúplex en la provincia. Este espacio reflejaba su personalidad: imponente pero a la vez sencillo. Sus paredes albergaban trofeos y numerosas fotografías que atestiguaban su trayectoria.

A lo largo de su carrera, Oliveras se alzó con seis cinturones mundiales en tres categorías diferentes, destacando como campeona supergallo del CMB, pluma de la AMB y OMB, y superligero del CMB. Su registro profesional incluye 33 victorias (16 por nocaut), 3 derrotas y 2 empates. Su incursión en el boxeo comenzó como forma de defensa personal, especialmente después de ser madre a los 14 años y víctima de violencia de género.
Más allá de sus logros deportivos, fue una activista incansable por el boxeo femenino. Denunció públicamente la desigualdad de condiciones y el trato recibido por las boxeadoras profesionales, especialmente en lo económico. Su compromiso social la llevó a fundar el “Team Locomotora” en Santo Tomé, Santa Fe, ofreciendo entrenamientos gratuitos a jóvenes de bajos recursos. Durante la pandemia de Covid-19, organizó colectas de alimentos y asistencia social. Su activismo trascendió el deporte, incursionando en política como candidata a diputada nacional en Santa Fe en 2021 y trabajando en el Ministerio de Seguridad de la Nación en 2024.
En 2024, fue la primera mujer argentina en ser incorporada al Salón de la Fama del Boxeo Latinoamericano. Su partida deja un vacío en el deporte y el ámbito social. Su vida, marcada por la lucha desde temprana edad en un entorno de escasos recursos, se transformó en un faro de esperanza y determinación. La Locomotora que impulsó cambios y derribó barreras, será recordada no solo por sus peleas, sino por su incansable corazón solidario y su profunda huella en cada lugar donde vivió.