El arsénico en el agua exhibió una vieja problemática de contaminación en Córdoba

Mientras que el metal invade el sur provincial, en la Capital proliferan las toxinas de las algas de los lagos que la abastecen.

El arsénico en el agua exhibió una vieja problemática de contaminación en Córdoba
Exequiel Di Tofino, quien estudia las aguas de Córdoba. (Foto: Gentileza)

Un reciente informe del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) reactivó una profunda preocupación a nivel nacional al identificar niveles elevados de arsénico en aguas subterráneas de múltiples provincias, incluida Córdoba.

El estudio advirtió que la presencia de este metal en concentraciones superiores a las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual podría afectar a más de cuatro millones de habitantes.

El mapa de arsénico y las zonas de mayor riesgo

El ITBA, a través de su Mapa de Arsénico, una herramienta que monitorea la distribución de este elemento, se convirtió en una referencia crucial para este problema de salud pública. La contaminación por arsénico es mayoritariamente natural, originada por fenómenos geológicos de hace millones de años.

Según el relevamiento, el riesgo en Córdoba se concentra en áreas que se abastecen mediante perforaciones. Las localidades mencionadas en el reporte como zonas de preocupación son Vicuña Mackenna, Laboulaye, Etruria, Villa Nueva, Villa María, y La Playosa.

El estudio fue realizado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires.
El estudio fue realizado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires.

Frente al alerta, Aguas Cordobesas salió a aclarar que en la ciudad de Córdoba el agua no contiene el metal peligroso, ya que los lagos San Roque y Los Molinos “son libres de arsénico”. No obstante, esta tranquilidad no alcanza al interior, donde las dudas persisten. En este aspecto, el legislador radical Alfredo Nigro presentó un pedido de informes exigiendo al Gobierno de Córdoba que “brinde información oficial y detallada sobre la calidad del agua potable en distintas localidades de la provincia”.

Arsénico en el agua: cuáles son los riesgos para la salud

La ingesta continua de agua contaminada con arsénico implica serios riesgos para la salud a mediano y largo plazo. Afecciones digestivas pueden derivar en enfermedades crónicas, según explicó la bioquímica Murad. “El arsénico es como un veneno”, ratificó.

Exequiel Di Tofino, químico e investigador, explicó que la sintomatología suele aparecer tarde y señaló que es crucial conocer las condiciones del agua antes del consumo. A diferencia de otras contaminaciones, el arsénico no se puede eliminar de forma casera. Los tratamientos más efectivos son “la ósmosis inversa y el uso de resina”, según explicó. “Estos procesos son muy costosos y deberían ser implementados a nivel masivo por las plantas potabilizadoras”, insistió.

El agua y una vieja problemática de contaminación en Córdoba

Mientras que la problemática del arsénico se concentra intensamente en las aguas subterráneas del sur de la provincia, la capital cordobesa enfrenta un tipo diferente de contaminación debido a sus fuentes superficiales, los embalses San Roque y Los Molinos. Di Tofino, experto en la materia, puntualizó que en este caso el riesgo para la ciudad proviene de la contaminación biológica en los lagos.

La ciudad de Córdoba se abaste de los lagos San Roque y Los Molinos. (Foto: Gentileza)
La ciudad de Córdoba se abaste de los lagos San Roque y Los Molinos. (Foto: Gentileza)

“El problema es el agua de los lagos, que es donde se está presentando el mayor índice de contaminantes de origen biológico. O sea, algas y con acompañamiento de estas algas, las toxinas que generan”, explicó. Este es el inconveniente principal en el agua que proviene del San Roque.

La ciudad de Córdoba se abaste de los lagos San Roque y Los Molinos. (Foto: Gentileza)
La ciudad de Córdoba se abaste de los lagos San Roque y Los Molinos. (Foto: Gentileza)

Según Di Tofino, la precarización y el decaimiento del ecosistema de los lagos hace que la posibilidad de que proliferen nuevos organismos y “generen nuevas toxinas es mucho mayor”. Como ejemplo de la gravedad de esta situación, señaló que el índice de la microsistina es el doble de lo que establece la Organización Mundial de Salud. Esta alta carga de contaminantes biológicos hace que el proceso de potabilización se vuelva más costoso y requiera más especificidad.

La problemática es un espejo de la salud pública: un problema silencioso, natural en origen, que exige inversión masiva y monitoreo constante, pues, como señaló Di Tofino: “Estamos hablando de salud pública”.