Este domingo 2 de abril se cumplen 41 años del inicio de la guerra de Malvinas, fecha en la que se recuerda con orgullo a los veteranos, las veteranas y a los caídos durante el conflicto bélico en las islas. En diálogo con Vía Córdoba, uno de ellos, Rubén Accastello recordó sus días en la lucha de 1982 y como, al final de la contienda, fueron retenidos por las tropas inglesas.
Accastello cumplió 20 años en las islas, integró el batallón cinco de Infantería y Marina que estaba en Tierra del Fuego. Vivió 74 días con una ametralladora 762 como aliada, la que le permitió sobrevivir en el campo de batalla. Presenció bombardeos, aviones enemigos rasantes y jornadas desoladoras donde sólo el frío lo acompañaba.
El hombre recordó que, a lo largo del conflicto, tuvo la misma muda de ropa, sobrevivió con dos pares de medias que se cambiaba para no sufrir tanto las bajas temperaturas y tuvo la oportunidad de bañarse sólo tres veces. Mientras que, en la vereda del frente, había “30 mil soldados ingleses que descansaban en los buques cada dos días”.
El fin de la guerra de Malvinas y la captura de las tropas inglesas
El 14 de mayo fue el fin de la Guerra de Malvinas. La rendición del Puerto Argentino ya se había firmado, pero no había ningún tipo de comunicación y los soldados se disparaban a cuatro kilómetros del lugar donde se concretó el tratado.
Cuando Accastello llegó al archipiélago con su equipo, vieron la bandera británica en la punta del mástil. “Fue algo muy loco: entramos caminando con las armas y ellos nos esperaban con sus armas, estuvimos cara a cara, nos daban órdenes y nos tuvieron a la espera para ver qué hacían con nosotros”, recordó.
Entregados al enemigo, pasaron horas en una calle del pueblo cuando les quitaron las armas y los llevaron a un aserradero en horas de la noche. Fueron seis días como prisioneros donde los obligaron a “limpiar y ordenar” el terreno del conflicto armado que había culminado. En ese contexto, accedieron a las conservas y alimentos que había enviado la comunidad argentina.
Revisaron el pueblo, el mar y las montañas en busca de muertos, municiones y bombas. Tras el calvario, los retiraron en el buque Irizar pero antes de pisar tierras argentinas les hicieron un “lavado de cabeza terrible” y les dijeron que “no podían hablar de nada porque era un secreto de estado”, confesó Accastello.
El llamado a la familia y el regreso a casa
“Recién el 22 de junio pude hablar por teléfono con mi madre para decirle que estaba bien y volvía pronto, pero fueron un calvario de días a pesar de que era un soldado acomodado”, puntualizó el protagonista del relato.
El 3 de septiembre se dio el “increíble reencuentro” de la familia Accastello luego de que Rubén tomara un tren desde Ezeiza junto a dos amigos oriundos de Villa María. “Crucé la puerta de mi casa, vi a mis padres y a mi hermano y nos fundimos en un abrazo”, recordó entre lágrimas el ahora padre de cuatro mujeres y un varón.